Una historia, un olvido... el discurrir invisible de lo que existió y se desconoce

Este espacio pretende entender la historia como una disciplina que proporciona, tanto la información como los instrumentos necesarios para conocer el pasado, pero también como una herramienta para comprender al "otro", a nosotros mismos y a la sociedad del presente en la que interactuamos.

Conocer la historia de los gitanos españoles es esencial para eliminar su invisibilidad, entender su situación en la sociedad y derribar los estereotipos acuñados durante siglos.

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martes, 2 de enero de 2024

600 ANIVERSARIO DE PRESENCIA GITANA EN ESPAÑA

 Recua de gitanos

 El 12 de enero de 2025 se cumplirán oficialmente los 600 años de presencia gitana en los territorios que hoy forman parte del reino de España. Una fecha que está marcada por la existencia del documento más antiguo que lo atestigua. Sin embargo, es muy probable, que la llegada de los primeros egipcianos –llamados así por decir que procedían de Egipto-, se remonte al menos al año anterior. Una especulación basada por la temprana fecha -12 de enero- en que se produce la rúbrica real, y a que desde 1422, existe constancia de presencia gitana en el sureste francés. No resulta aventurado pues, sospechar, que posiblemente, a partir de esta fecha de 1422, ya se hubiera producido la visita de algún grupo de egipcianos, medio siglo antes de la llegada de los grecianos.


Egipcianos a las puertas de Berna 

Los primeros grupos que arribaron a Europa central, llegaron a finales de 1417 y recorrieron Alemania en una compañía de unos 300 individuos al mando de un duque y de un conde. Exhibieron una Carta de Seguro otorgada por Segismundo, en la que se ordenaba fueran bien tratados por tener que cumplir siete años de penitencia impuesta por haber apostatado. A partir de esta fecha, comienzan a ser frecuentes las noticias sobre las gentes procedentes de un lugar llamado Pequeño o Menor Egipto. Así, al año siguiente, en 1418, llegaron a Augsburgo medio centenar de gitanos, que aseguraron provenían del  “Pequeño Egipto”. De ellos se dijo que además de poseer dotes adivinatorias, también eran expertos en el robo, una fama que les acompañó en su travesía europea.



En verano de 1419 llegaron a Zurich, donde fueron descritos como extranjeros de piel oscura y naturales de Egipto Menor. Al frente de ellos iban duques y condes que decían habían sido perseguidos por los turcos y debían hacer penitencia durante siete años. Como cristianos seguían los ritos de bautismo y entierro; y aunque vestían pobremente, poseían oro y plata, y pagaban lo que comían y bebían. Tras pasar a Alemania a finales de ese verano, volvieron a abandonarla para alcanzar Châtillon-sur Chalaronne el 22 de agosto, donde mostraron Cartas de Seguro del duque de Saboya y del emperador. En atención a su calidad de penitentes, las autoridades locales les entregaron vino, avena y tres florines a todos.

Familia de egipcianos
Sólo dos días más tarde hizo su aparición en Saint Laurent el duque Andrés del Pequeño Egipto –posiblemente el mismo del que se habla llegó en enero a Bruselas- con su compañía de más de un centenar de personas, que tras atravesar el Saône, arriban a la localidad francesa de Saint Laurent, en la región francesa de Mâcon. En esta ocasión se les describe como hombres de gran estatura y terrible aspecto, de larga cabellera; a quienes se les proporcionó cerveza, vino, pan, una vaca, cuatro ovejas y 25 monedas de oro.

El emperador Segismundo


En marzo de 1420 un grupo de un centenar de egipcianos al mando de dicho duque Andrés con casi medio centenar de caballos fueron bien recibidos en Deventer. Mostraron la carta de seguro del rey Segismundo y justificaron su viaje por haber sido expulsados de su tierra por profesar el cristianismo. Más tarde, en octubre, se hallaron en la Provenza un grupo de gitanos, a los que se les llamó “sarracenos”, es decir: “no cristianos”, lo que entra en contradicción con su justificación de refugiados por motivos religiosos.


Esta etapa de penetración y exploración en Europa occidental parece haber acabado en 1422, ya que en este año vuelven a pasar por Touraine, donde sus vecinos ya los reciben con recelo. En julio de ese mismo año, un duque del Pequeño Egipto entra en Bolonia junto con un centenar de personas, afirmando que por haber abjurado del cristianismo debían cumplir un destierro de siete años impuesto por el emperador Segismundo, durante el cual debían acudir a Roma para redimir sus culpas. La estancia de los egipcianos en esta ciudad acabó siendo tan conflictiva, que tras diferentes incidentes, las autoridades boloñesas acabaron decretando una multa de 50 libras y excomunión para los que tratasen con los gitano, por que abandonaron Bolonia y se dirigieron a Forli, donde se hallaban el 7 de agosto, donde la mala fama de los gitanos debió llegar casi al mismo tiempo que ellos, pues su obispo Juan de Strata los describía como una gentuza perniciosa, de propensiones brutales y animales.

No sabemos si siguieron su camino a Roma para ser recibidos por el Papa. Sí que también en ese año estuvieron en Bale, Ratisbona, a la que volvieron dos años después.

En 1424, estando los egipcianos en Heidelberg, Münster afirma haber tenido en sus manos una de las cartas del emperador Segismundo. En ella se decía que los gitanos eran penitentes procedentes de Egipto Menor, que habiendo renegado del cristianismo, habían prometido peregrinar por el mundo en penitencia por el mundo en señal de arrepentimiento. Esta misma carta aun seguiría sirviendo de salvoconducto, o al menos de justificación como penitentes, hasta casi a mediados del siglo XVI. Entre otras concesiones, la Carta Seguro abarcaba a todo el reino de Segismundo, a cuyas autoridades se les mandaba los trataran bien y no les molestaran. Además, concedía al voivoda Ladislao para administrar justicia entre su gente.

Además de Roma, otro destino de peregrinación y penitencia fue Santiago de Compostela, cuyo trayecto no estuvo exento de múltiples peligros, donde los robos y las muertes estuvieron siempre presentes en el camino. A estos riesgos, se sumó la rapacidad recaudatoria de las justicias y administraciones de los lugares por donde pasaban los peregrinos, a los que se les molestaba continuamente con registros e imposiciones de tasas y portazgos. Unos impedimentos que sólo podían ser solventados mediante la protección real por medio de salvoconductos o cartas de seguro.

Alfonso V de Aragón
En este contexto es donde podemos situar el documento librado por Alfonso V de Aragón el 12 de enero de 1425. Una concesión de privilegios que durante al menos cuatro décadas pudieron gozar egipcianos
y grecianos para disfrutar de una gran libertad de movimientos, hasta que las nuevas corrientes de pensamiento y el debate respecto a los falsos pobres, pusieron a los gitanos en el punto de mira una vez que sobre judíos y moriscos cayera sobre ellos todo el peso del poder real de los Reyes Católicos. Un cambio de política que se vio favorecido por las rencillas entre algunos líderes de los grupos peregrinos, el aumento de raterías durante su estancia en los lugares por donde pasaban y el cansancio de las autoridades municipales, que acabaron pagándoles pequeñas cantidades de dinero para no entraran o para que salieran rápidamente de sus poblaciones; todo lo cual contribuyó a fomentar desconfianza y hastío hacia su presencia, lo que acabó traduciéndose en frecuentes quejas elevadas en Cortes y ante los mismos reyes; dando como respuesta la pragmática de 1499, y con ello, el inicio de una legislación represora que perduró varios siglos, cuyas consecuencias terminaron conformando prejuicios y estereotipos negativos, muchos de los cuales perduran en la actualidad.

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