“Y ahora el Muy Reverendo en Cristo Padre, Arzobispo de Granada, de
nuestro Consejo, hizo relación por su petición diciendo que en el dicho
arzobispado andan muchos gitanos que frecuentan con los moriscos y les enseñan
cosas de hechicerías y adivinaciones y supersticiones y les roban ropas de sus
casas y las bestias de los campos y que de ello se quejan y se escandalizan los
moriscos de ver que tales cosas se consienten entre los cristianos y por ende
nos suplicaba que mandásemos que en el dicho arzobispado se guardase la dicha
pragmática, lo cual visto por los de nuestro Consejo fue acordados y a lo que
en otros memoriales tiene representado y muestra cada día la experiencia, sea
servido de mandar, agravando las penas, se salgan de estos reinos dentro de un
breve tiempo, porque demás de quitar este abuso de gitanos, muchos que se valen
del nombre para ejecutar sus malas inclinaciones, se abstendrán de el por no
dejar su natural, y así será menor el número de los desterrados y grande la
merced que estos reinos recibirán por descansarlos de mantenerlos, que en
ningún acaecimiento puedan aprovechar, sino antes dañar en todos. Y visto el
dicho memorial se aprobó y se acordó se dé a S.M.” (Cortes de Valladolid
1603-1604, en Actas de las Cortes de Castilla, Tomo XXI, Rivadeneyra, Madrid,
1902, pág. 482).
Danza de moriscos granadinos |
COMENTARIO:
La convivencia entre moriscos y castellanos tras la conquista de
Granada estuvo siempre amenazada de continuas convulsiones. La sociedad del
reino granadino estaba dividida en dos facciones claramente delimitadas y
separadas. Muestra de ello es la obsesión de los cristianos viejos, que
considerándose superiores en todos los aspectos se afanaban en señalar en cada
documento el origen de sus protagonistas; tildando al morisco como cristiano
nuevo, en oposición a castellano viejo. A estos dos grupos sociales se uniría
posteriormente el gitano, al que se aplicaría similar estrategia, esta vez
mediante el eufemismo de castellano nuevo. Los elementos de las clases modestas
como de las altas, presentaban una considerable preocupación por no ser
confundidos con elementos de estas minorías, pues tanto gitanos como moriscos
adoptaban nombres y apellidos castellanos, lo que se prestaba a confusión. Los
estatutos de limpieza de sangre son un claro ejemplo de este celo diferenciador
y purificador de raza.
La obsesión castellana por mantener puros sus linajes y prevalecer su
poder por medio de una actitud preponderante y amenazadora, impulsaría la
cohesión interna de los grupos marginales, provocando una mayor separación
respecto a la colectividad castellana; a la vez que los contactos entre las
minorías se incrementarían; siendo las de gitanos y moriscos por sus semejanzas
culturales las que mejor establecerían una simbiosis; viendo al castellano como
un enemigo común que coartaba su libertad. Éste, por su parte, tenía una visión
sobre ambas minorías coincidente en numerosos aspectos, dentro de un
ambivalente sentimiento de desprecio y de temor.
Esta relación quiso ser también controlada y evitada en lo posible,
especialmente por la Iglesia, inmersa en una labor evangelizadora y aculturadora
de la minoría morisca, por lo que pretendió aislar a ambas, siendo la carta del
arzobispo granadino un ejemplo de ello.
Morisco: musulmán convertido al cristianismo. En su mayor parte de forma forzada por los Reyes Católicos, a través de la Pragmática del 14 de febrero de 1502 en la Corona de Castilla; y más tarde, en 1526, en la Corona de Aragón.
Morisco: musulmán convertido al cristianismo. En su mayor parte de forma forzada por los Reyes Católicos, a través de la Pragmática del 14 de febrero de 1502 en la Corona de Castilla; y más tarde, en 1526, en la Corona de Aragón.
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