Una historia, un olvido... el discurrir invisible de lo que existió y se desconoce

Este espacio pretende entender la historia como una disciplina que proporciona, tanto la información como los instrumentos necesarios para conocer el pasado, pero también como una herramienta para comprender al "otro", a nosotros mismos y a la sociedad del presente en la que interactuamos.

Conocer la historia de los gitanos españoles es esencial para eliminar su invisibilidad, entender su situación en la sociedad y derribar los estereotipos acuñados durante siglos.

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viernes, 27 de mayo de 2016

CERVANTES Y LOS GITANOS. LA PROPAGACIÓN DEL ESTEREOTIPO NEGATIVO EN LA LITERATURA DEL SIGLO DE ORO

CERVANTES, AZOTE DE LOS GITANOS

Con todo el respeto que merece el autor que parió El Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, quizá el mejor escritor del Siglo de Oro español, el pueblo gitano no puede por menos que recordar el gravísimo daño que le hecho, al erigirse junto a sus coetáneos arbitristas, en uno de los mayores responsables de la divulgación del estereotipo negativo que lo estigmatizó y los convirtió en perennes presuntos delincuentes.
Cervantes muestra una posición desfavorable hacia la comunidad gitana, insertando su creación literaria dentro de la propaganda antigitana de su época. Sea por convicción, sea porque pretendió dar a su público lo que querían leer u oír, Cervantes acabó consolidando el arquetipo del gitano fuera de la ley, en el que el robo y el engaño formaban parte de su propia esencia como personas.
Las razones de esta predisposición hostil puede que se deba en gran parte, de la tradición humanística, dentro de la cual Luis Vives contemplaba al gitano como un peligro social. No obstante, en Cervantes confluye una circunstancia aun más cercana. No se trata ya de su presumible ascendencia judía, sino de algo que no puede ocultar y está a la vista de todos. La existencia de un parentesco gitano, una prima gitana, con la que parece no tuvo una estrecha relación. Quizá, Cervantes, partícipe de la mala fama de los gitanos pudo haberse avergonzado de esta “mancha” familiar y con gran agresividad, intentó delimitar claramente unas fronteras, dejando bien a las claras su posición ante la comunidad gitana.
La obra de Cervantes se contribuye a la infrahumanización del gitano. Se le presenta como una amenaza de la sociedad por carecer de los valores que pudieran contribuir a mantener una sociedad perfecta, permitiendo a su público percibir a sus personajes gitanos como personas defectuosas y dignas de castigo.

LA LITERATURA ANTIGITANA DE CERVANTES

Miguel de Cervantes fue el autor español más prolífico, tanto a la hora de incorporar personajes gitanos en sus obras, como en la difusión del gran repertorio de prejuicios y sentencias que contra ellos se había creado. Su obra más importante en este sentido es La gitanilla. Incluida en sus Novelas Ejemplares será entre todas la que tenga una mayor repercusión, pues ha sido fuente de inspiración tanto, para autores contemporáneos como Solís y Montalbán como posteriores, caso de Víctor Hugo en El Jorobado de Nôtre Dame. Avales literarios que magnifican aun más esta obra de arte. No debió ser una casualidad que abriera la colección de novelas publicada en 1613. El mismo Cervantes, consciente del valor de su creación destaca ser el primero en haber novelado en lengua castellana una obra de la orgullosamente dice que “mi ingenio las engendró y las parió mi pluma, y van creciendo en los brazos de la imprenta”. Y como gancho para atrapar al lector colocó a La gitanilla. Así, partiendo de una trama picaresca, el lector queda atrapado y mantiene su interés para afrontar al bloque de novela amorosa El tiempo le daría la razón de su acierto.
Aunque autores como Avalle-Arce ven en Cervantes una “simpatía cordial” hacia los gitanos, especialmente en los aspectos los caracterizaban respecto a su vida natural y bucólica, lo que hacía atenuar los más controvertidos, en particular “sus hurtos y latrocinios”. La verdad es que, aun a pesar del “parece” que coloca al comienzo de su diatriba, Cervantes se comporta implacable desde el primer momento. Sabía muy bien lo que quería el público, y para triunfar sólo había que echar la carnaza. No es de extrañar pues, que nada más comenzar la obra pusiera desde el primer momento la pluma en la llaga:

“Parece que los gitanos y gitanas solamente nacieron en el mundo para ser ladrones: nacen de padres ladrones, críanse con ladrones, estudian para ladrones; y, finalmente, salen con ser ladrones corrientes y molientes a todo ruedo, y la gana del hurtar y el hurtar son en ellos como accidentes inseparables, que no se quitan sino con la muerte”.
   
Los términos peyorativos son tan rotundos que le permite contraponer las naturalezas humanas de gitanos y castellanos, pues asegura llevan en su genes toda su inclinación hacia el robo, algo que en Preciosa no encaja. Ella no forma parte de esta naturaleza tan imperfecta, algo que hace despertar el interés de los lectores y hacer sospechar que no es gitana en realidad. Es en este momento cuando se plantea el arquetipo de gitano raptor de niños.
La naturaleza honrada de Preciosa es tan buena como la de Don Juan de Cárcamo, por ello, en su enamoramiento accede a la petición de Preciosa de cambiar su nombre por Andrés Caballero, lo que no deja de ser significativo, pues intenta en todo momento hacer honor a su nuevo apellido. También en este punto se hace presente la creencia popular de que muchos de los que andan con gitanos no lo eran. Cervantes aviva esta creencia, machaconamente expuesta por los arbitristas de su época, y describe el proceso de gitanización de Juan de Cárcamo a través de varias pruebas: primero mediante el cambio de nombre, con lo que la persona y el status social de Juan muere para renacer como el gitano Andrés. La siguiente prueba consistía en la demostración de su valía como ladrón, ejercicio para el que se le aconsejaba no permitiera “la entrada a la caridad en sus pechos”, pues en caso de tenerla “habían de dejar de ser ladrones”, llo que le impediría ser gitano.
Junto a la ficción literaria, Cervantes introduce algunas referencias interesantes respecto a sus relaciones con el resto de la sociedad. Una muestra del gran conocimiento que tenía el escritor sobre su modo de desenvolverse, se refiere a la fianza que debían entregar al llegar a un pueblo para garantizar que no harían ningún hurto en él, ni en sus inmediaciones. Costumbre que se derivaba de la desconfianza vecinal hacia su presencia por la fama de ladrones que tenían. Cervantes deja bien claro que el compromiso de estos grupos se reducía a la población en que se asentaban, por lo que las jurisdicciones de pueblos cercanos no quedaban libres de robos. Acabada su estancia y habiendo cumplido el pacto, recuperaban su fianza.
Esta presunción de culpabilidad y su fama de ladrones, la escenifica Cervantes en una trama donde la venganza es protagonista. En el episodio final, estando en el Reino de Murcia, la “La Carducha”, en su despecho, pretende vengarse de Andrés ante su indiferencia. Denunciado, Cervantes pone en boca del alcalde y un soldado unas duras palabras. El primero, como representante de la justicia realiza “mil injurias a Andrés y a todos los gitanos, llamándolos de público ladrones y salteadores de caminos”. Seguidamente, un soldado, vecino del alcalde, le impreca:

¿No veis cuál ha quedado el gitanico podrido de hurtar? Apostaré yo que hace melindres y que niega el hurto, con habérsele cogido en las manos; que bien haya quien no os echa a galeras a todos. ¿Mirad si estuviera mejor este bellaco en ellas sirviendo a su Majestad, que no andarse bailando de lugar en lugar y hurtando de venta en monte”.

En este fragmento subyace, no ya el estereotipo de ladrón, sino también en el de vago, la de un ser improductivo, merecedor de la pena de galeras. Algo que en aquella época se había convertido en una práctica usual, basta recordar las redadas de gitanos varones de 1571 y de 1639.
Cervantes, a pesar de tan categóricas palabras, abandona la generalización el particularismo al mencionar la existencia de gitanos “caritativos”; si bien, lo hace porque “aun entre los demonios hay unos peores que otros, y entre muchos malos hombres suele haber alguno bueno”. Sólo es digno entre la forma de vida de los gitanos, su existencia libre y armónica con la naturaleza, muy en consonancia con el tema pastoril. Es entonces cuando la vida del “demonio” gitano recibe un tratamiento, incluso, paradisíaco:

“Somos señores de los campos, de los sembrados, de las selvas, de los montes, de las fuentes y de los ríos: los montes nos ofrecen leña de balde; los árboles, frutas; las viñas, uvas; las huertas, hortalizas; las fuentes, agua; los ríos, peces, y los vedados caza, sombra las peñas, aire fresco las quiebras, y casas las cuevas”.

Pero no nos debemos dejar engañar, este fragmento encierra la idea de que los gitanos constituían “un enjambre de zánganos”, que toman todo aquello de lo que pueden echar mano sin que en ello se hubiera producido trabajo honrado alguno, en perjuicio del afanoso labrador y por extensión de la economía española, tal como señalaban los mismos arbitristas.
Consiste en un rebuscado sarcasmo, donde el gitano se auto-sitúa en el centro de la creación, desde donde vive a costa de los demás como salvaje, ajeno a las leyes de los hombres civilizados y del mandamiento divino que condenó a los hombres a vivir del sudor de su frente. Cervantes pretende  hacer reflexionar al lector, a fin de que juzgue  esa vida parasitaria. Una forma de vida que constituye una auténtica utopía, en la que sin embargo, Cervantes destaca  positivamente la ausencia de ambición al poner en boca de los gitanos: “tenemos lo que queremos, pues nos contentamos con lo que tenemos”. Una postura que sin embargo se contradice la fama de ladrones. ¿Para qué robar si no se busca atesorar riquezas? Es por este motivo, por el que la reflexión cervantina no va más allá.
La trascendencia de La Gitanilla, especialmente el de su comienzo, reafirmó la mala fama de los gitanos. Y aún en 1880, desde la prensa, esta misma cita servirá para envilecer a los carlistas:

“No conozco gente como los carlistas para aventuras. Se podían glosar hablando de ellos (aunque en mejor sentido, por supuesto) lo que Cervantes decía de los gitanos. Me explicaré para que no lo tomen a mala parte. “Nacieron de padres aventureros, estudiaron con aventureros y han salido hechos unos aventureros completos”.

Y el mismo recurso se volvió a utilizar para atacar a los conservadores solo cuatro años más tarde:

Cervantes decía en una de sus novelas ejemplares que los gitanos nacían para robar, viven para robar, procrean para robar, se juntan para robar, y solo sirven para robar...
De igual suerte los conservadores nacen para comer, viven para comer, se reproducen para comer, se juntan para comer, y solo sirven para comer”.
En Pedro de Urdemalas, además de describir un baile de gitanos, predispone hacia el recelo que suponía su presencia. Así, a noticia de la llegada de una compañía de gitanos, la vecina de la aldea comienza a gritar:  ¡Cierren, no les roben cosa! A esto, otra le conFingiendo que son herreros usan muchos desafueros. [...] no hay seguro asno en el prado, de los gitanos cuatreros”. En tan pocas líneas hallamos toda una serie de arquetipos: nómadas, tramposos, ladrones, cuatreros, irreligiosos, farsantes, etc., Cervantes no ahorra prejuicios para contribuir en la divulgación del estereotipo negativo.
En su Coloquio de los perros, Berganza relata su experiencia entre los gitanos recogiendo prácticamente todas las acusaciones que se formularon desde medios arbitristas, pues en pocas líneas realiza un listado de sus “artes”:

“sus muchas malicias, sus embaimientos y embustes, los hurtos en que se ejercitan, así gitanas como gitanos, desde el punto casi que salen de las mantillas y saben andar [...]todos se conocen y tienen noticia los unos de los otros, y trasiegan y trasponen los hurtos de éstos en aquellos, y los de aquellos en éstos […] Ocúpanse por dar color a su ociosidad, en labrar cosas de hierro, haciendo instrumentos con que facilitan sus hurtos; y así, los verás siempre a traer a vender por las calles tenazas, barrenas, martillos; y ellas, trébedes y badiles […] Cásanse siempre entre ellos, porque no salgan sus malas costumbres a ser conocidas de otros [...] Cuando piden limosna, más la sacan con invenciones y chocarrerías, que con devociones [...]a título que no hay quien se fíe de ellas, no sirven, y dan en ser holgazanas; y pocas o ninguna vez he visto [...] gitana a pie de altar comulgando [...] Son sus pensamientos imaginar cómo han de engañar y dónde han de hurtar; confieren sus hurtos y el modo que tuvieron en hacerlos”

Por último, en El licenciado Vidriera, a la hora de explicar la farsa en comediantes de buen nacimiento, contrasta su trabajo con la vida de los gitanos:

También sé decir de ellos que en el sudor de su cara ganan su pan con inllevable trabajo, tomando continuo de memoria hechos perpetuos gitanos, de lugar en lugar y de mesón en venta, desvelándose en contentar a otros, porque en el gusto ajeno consiste su bien propio. Tienen más, que con su oficio no engañan a nadie, pues por momentos sacan su mercaduría a pública plaza, al juicio y vista de todos”.

Cervantes contrapone furtivamente al comediante y al gitano, señalando un único punto en común: el vagar continuo. Sin embargo, señala la laboriosidad del comediante, su ausencia de maldad y su necesidad para la sociedad, aspectos que en otras obras del autor del Quijote se hallan ausentes entre los gitanos.


lunes, 2 de mayo de 2016

DOCUMENTO DEL MES. Opinión de don Gaspar de Bracamonte sobre aceptar compañías de gitanos en los Tercios de Flandes (23 de mayo de 1639)

Batalla de Nördlingen
… si bien reconozco que puede tener inconvenientes, además de la indecencia, el admitir en los ejércitos de su majestad gente tan desacreditada como ésta; pero también considero que las ocurrencias de aprieto grande suelen dispensar mayores impedimentos que éste; los romanos armaron alguna vez esclavos, y ya hemos visto indultados y hechos capitanes, bandoleros de muchos años; y yo estoy pensando que de esta gente se podrían formar dos o tres compañías de dragones que sirviesen en este manejo muy útilmente, por ser todos de natural duro, acostumbrados a sufrir los tiempos, ágiles para manejar los caballos, y más ejercitados que otros en el uso de los arcabuces. Considero también que por este camino podría libertarse el reino de este género de gente, con mejor efecto del que han obrado tantas leyes y pragmáticas hechas con este intento, que sólo han servido de hacerlos más perversos, con la desconfianza, obligándolos con la persecución que padecen en los pueblos a que se retiren a los montes con mayor perjuicio de la república.
Camino español

Gaspar de Bracamonte

COMENTARIO: El informe de don Gaspar de Bracamonte, conde de Peñaranda y por entonces protegido del Conde-duque de Olivares, supone la confirmación de los efectos negativos de la política represiva del Estado hacia los gitanos. La “desconfianza” mutua entre las sociedades gitana y castellano-aragonesa se alimentaba con cada disposición punitiva y provocaba la clandestinidad de aquellos elementos que se resistían a abandonar su forma de vida. En este caso, la opinión de Gaspar de Bracamonte surge de la pretensión de Sebastián de Soto para formar una compañía de 200 gitanos para combatir en Flandes, pues éste manifestaba estar ocioso y deseoso de volver al real servicio. Importante documento que muestra la vertiente militar de los gitanos y su presencia en Flandes, abriendo conjeturas respecto al vocablo flamenco, sinónimo de gitano a lo largo de todo el siglo XVIII.
PARA SABER MÁS: http://anatomiadelahistoria.com/2016/06/los-gitanos-espanoles-en-los-tercios-de-flandes/