Las galeras, además de su función militar, tuvieron un papel fundamental dentro de la historia penitenciaria española, sobre todo en su faceta de utilitarismo estatal de las condenas, a fin de suministrar remeros forzosos con los que paliar la escasez de remeros voluntarios. Para hacer legar este abuso, el 31 de enero de 1530, Carlos I facultó a las diferentes justicias del reino, para conmutar penas corporales por la del servicio al remo sin sueldo, aumentando así, las causas por las que las justicias podían sentenciar al remo.
Muchos y muy variados tribunales fueron los
que tuvieron en su mano, los destinos de los hombres a quienes condenaron:
alcaldes de Casa y Corte de Madrid, corregidores, alcaldes mayores,
adelantados, jueces de rentas de tabaco, inquisidores…, pero lo fueron sobre
todo, los alcaldes del crimen de chancillerías como la de Granada; quienes en
mayor medida, destinaron aproximadamente, dos tercios del total de los forzados
rematados al remo. Un abrumador contingente que se explica por el hecho de que,
casi todos los que eran sentenciados, recurrían en primera instancia su condena,
siendo las chancillerías donde se dictaban las sentencias definitivas.
Entre los destinados
a galeras, tanto en la época
de los Austrias, como en la de los Borbones, nunca faltaron los gitanos, especialmente desde
1539, cuando se estipuló este destino penal para los gitanos varones de edades
comprendidas entre los 20 y los 50 años, en una proporción que suponíaalgo más del 6 % del total de
los forzados de la chusma de galeras, superando incluso el 10%, como
consecuencia de la publicación de pragmáticas y órdenes de captura contra
gitanos, tal como ocurría en 1572 y 1639.
Los libros de galeras, actualmente custodiados en el
Museo Naval de Madrid, nos permiten conocer entre 1639 y 1748-año en que se
extinguió la pena de galeras en su primera época-, sus identidades y
características personales, las causas por las que fueron condenados y otras
peculiaridades ocurridas durante su servicio al remo, como: fugas, libertades y
muertes. De estos años, tomamos como referencia el periodo comprendido entre 1689
y 1748, pudiendo identificar a un total de 34 forzados gitanos que manifestaron
ser naturales de la ciudad de Granada; un número que podría ser mayor, si en
los asientos se incluyera información sobre la vecindad.
Entre los galeotes gitanos que merecen destacarse,
podemos citar a Juan Moreno, también conocido como Juan de Montoya,
al que se le aplicaron dos condenas: una de seis años que por causa de hurtos
se la impuso por la Chancillería granadina; y otra de cinco años que le impuso el
Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición por causa de Fe. En total, once
años que hubo de cumplir hasta alcanzar la libertad el primero de octubre de
1700.Salvador de Vargas Rincón, porsu parte, condenado por los alcaldes
de la ciudad de Granada a sólo dos años de galeras, a causa de haber
quebrantado la Pragmática de 1695, por circunstancias que desconocemos por
haber desaparecido parte del folio donde constaba, acabó cumpliendo ocho años más
de los que les correspondía, posiblemente por alguna recarga durante su
estancia en galeras, ya que habiendo entrado en ellas el 17 de junio de 1709,
fue puesto en libertad en el puerto de Cartagena el 19 de octubre de 1714. Otro
detalle interesante lo hallamos en Lázaro Nofro, quien en 1720 fue condenado en
diez años de galeras “por heridas que dio a una gitana”, un delito que en
aquella época solía ser aplicado con la mayor rigurosidad, puesto que este
periodo de tiempo era el máximo que se podía imponer.
Aunque el destino de galeras, junto al de
minas de Almadén, por su dureza tenía un alto porcentaje muertes, hubo quienes habiendo
recalado en ellas en dos ocasiones diferentes, lograron sobrevivir y alcanzar
la libertad. Francisco Cortés, que contaba con 30 años al comenzar su segunda
condena el 17 de abril de 1733, fue uno de ellos; en esta ocasión, sentenciado por
la Chancillería de Granada, a seis años de galeras por hurto de dos pollinos.
Junto a Francisco, ingresó el mismo día, Francisco Antonio Alonso, condenado
por el mismo tribunal a “diez años de galeras, que no quebrante pena de la vida,
y cumplidos, no salga sin licencia de ellas, por causa de muertes y hurtos en
Sierra Morena”. Un tiempo que no estuvo dispuesto a cumplir, pues a pesar de que
las galeras, constituyeron la institución más segura de la historia
penitenciaria, logró fugarse la noche del 3 de septiembre de 1739, cuandola
galera Santa Teresase hallaba en el muelle de Barcelona. Durante unos cuantos
años gozó de libertad bajo la identidad de Pedro Serafín, pero vuelto a ser
condenado a galeras en 1744, fue reconocido, por lo que una vez suprimida la
pena de galeras, fue enviado el 27 de abril de 1748 al presidio de Orán, para
acabar allí el tiempo que le faltaba por cumplir.
Igual suerte sufrió Manuel Quirós, quien tras
cumplir una condena de seis años en cuatro de mayo de 1746, volvió a empuñar el
remo un año más tarde para consumir otros seis años, a los que le condenó la
Chancillería por hurtos y contravenir a las pragmáticas. Ya en galeras, hubo de
cumplir otros dos años por haber vendido su vestuario de forzado, debiendo pasar
el 22 de junio de 1749a Orán, donde quedó retenido tras cumplir su condena, en
conformidad de la Real Orden del 5 de julio de ese año, por la que se dio
inicio al proyecto de extermino de la etnia y forma de vida gitana.
Analizando los asientos de los libros de galeras, la edad media de los forzados gitanos rondó los 29,7 años. En cuanto al tiempo de condena: el 48,3% lo fue a seis años, el 27,6 a cuatro, el 13,8 a ocho años y el resto a penas de dos y diez años. Respecto a los delitos, el 41,4% lo fue por hurto, principalmente de caballerías, por contravención a las pragmáticas el 31%;y el resto, por posesión de armas prohibidas (2), heridas (2), muertes (1) y por diferentes “excesos” (2). Por último, podemos decir que el 72,4% lograron alcanzar la libertad, mientras el 24,1% falleció durante su estancia en galeras. Sólo de un forzado desconocemos su suerte final, ya que hubo de consumir el tiempo que le faltaba en el presidio de Orán.
En cuanto a los galeotes no gitanos, los hay
de muy variado origen social. Del esclavo Ginés de la Cruz, se dice que no
conoció padre y que era mulato, aunque sus rasgos inducen a la confusión, pues
se le describe como un hombre alto, blanco y con nariz respingada. Fue
condenado por los alcaldes del Crimen en 200 azotes y a ocho años de galeras, “por
causa de haber perdido el respeto a su amo el marqués de Villa Alcázar […] y
haber querido forzar a una criada de dicho marqués, estar amancebado, andar
vagabundo y hurtar diferentes alhajas”. Hombres libres eran Baltasar de
Arévalo, de sólo 20 años, quien entró en galeras el 30 de abril de 1726 por
haber sido condenado por la Inquisición de Granada a cinco años de galeras por
causa de Fe y Judaísmo; Sin embargo, fue Luis Fernández, alias el
Renegado, quien presentó uno de los historiales más llamativos. Su periplo penal comenzó cuando fue condenado
por la Chancillería granadina a 200 azotes y diez años de galeras, con una nota
de retención para que no saliera de ellas sin licencia de dicha sala, por causa
de habérsele hallado culpable de diferentes “hurtos y resistencia a la justicia”.
Empezó a servir al remo el 29 de septiembre de 1735, cargándosele dos años más
por la fuga que ejecutó estando
en la prisión francesa de Cony, el día 20 de septiembre de 1743, cuando se
conducía la chusma por tierra desde Tolón a Barcelona, a causa de haber sido
incendiadas por los ingleses, las cinco galeras que se hallaban en Saint Tropez
durante la Guerra de la Oreja de Jenkins. Cumplida su condena, el 30 de
diciembre de 1747 se le dio certificación para solicitar a la Sala de Granada su
libertad. Sin embargo, hubo de reiterar su petición el 10 de septiembre de 1748,
para quedar libreel 18 de diciembre, cuando se hallaba en Cartagena sobre el
buque de la antigua galera Capitana, cuando la pena de galeras ya no existía y
haber superado en más de tres años su sentencia original.
Fuentes:
Archivo del Departamento Marítimo de
Cartagena, Libros Generales de Forzados, 19, 20, 21, 22, 23, 24 y 25.
MARTÍNEZ MARTÍNEZ, Manuel (2011).Los forzados de Marina en la España del
siglo XVIII, Almería: Universidad de Almería.
NOTA: Artículo publicado en la revista Alhóndiga, nº 33 (julio/agosto 2022), pp. 16-17.
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