VIDEO INTERACTIVO QUE EXPLICA UNA DE LAS PÁGINAS MÁS NEGRAS DE LA HISTORIA DE ESPAÑA
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1. El acoso legislativo promulgado contra el Pueblo Gitano arrancó con la Pragmática de 1499, incidiendo en la expulsión, la asimilación y el exterminio biológico. En este último caso, en 1594 ya fue planteado por dos representantes en las Cortes de Castilla. Si bien, la corona acabó optando por una deportación en 1610, abandonándose esta opción, nada más constatarse los efectos negativos provocados por la reciente expulsión de los moriscos.
2. A partir de entonces se optó por una política
asimilacionista, pero sin olvidar los proyectos de exterminio y extrañamiento,
que periódicamente eran sugeridos desde sectores influyentes de opinión, como
los arbitristas, teólogos y representantes a Cortes.
3. Con la llegada de los Borbones, la idea de la expulsión recobró
fuerzas, pero ante las necesidades militares del imperio, se echó mano de una
penalidad utilitarista, emprendiendo redadas de varones hombres gitanos, como
las de 1572 y 1639 para dotar de remeros a las galeras.
4. Para que las redadas fueran exitosas, la corona negoció
con el Vaticano la retirada de la inmunidad eclesiástica a los gitanos.
Finalmente, en 1748 la Santa Sede accedió, y el Consejo Real, presidido por Gaspar
Vázquez de Tablada, encargó al marqués de la Ensenada la ejecución de una
redada y la posterior expulsión de cuantos gitanos se aprehendieran.
5. Sin embargo, Ensenada, sabedor del fracaso experimentado
en Portugal, reconvirtió el proyecto en uno de extermino biológico, con el fin
de aprovechar la mano de obra de los hombres gitanos en los arsenales para
reconstruir la armada naval española, y recuperar para España, la categoría de
potencia mundial.
6. A partir de los padrones confeccionados desde 1746, Ensenada
dispuso en secreto, la tropa necesaria que debía apoyar a las autoridades
locales para emprender la redada, exactamente el 30 de julio de 1749 a las doce
de la noche. Sólo entonces, los jefes de los destacamentos militares y
justicias locales, pudieron abrir los sobres que contenían el objetivo de la
misión y las instrucciones a seguir.
7. Basándose en el factor sorpresa, todas las familias
gitanas fueron sacadas de sus casas, formando dos grupos: el de los varones
mayores de siete años, y el de las mujeres con los niños pequeños,
seguidamente, los escribanos inventariaron los escaso bienes de los gitanos, para
su posterior venta subasta pública, ya que con ese producto se pensaba
subvencionar toda la operación.
8. Pronto se pudo comprobar que la redada adoleció de importantes
errores, especialmente la omisión del Principado de Cataluña y de ciudades como
Málaga y Almería. Un olvido que obligó a emprender una segunda gran redada a
mediados de agosto. Entre ambas, en total fueron capturados unas nueve mil
personas.
9. Se actuó de forma indiscriminada y arbitraria, sin
distinguir entre gitanos contraventores y cumplidores de las pragmáticas,
provocando un aluvión de críticas. Replanteado el proyecto, por Real Orden de
28 de octubre, se concedió un indulto a todos aquellos que por medio de
expedientes secretos, demostraran haber vivido arregladamente. Un proceso por
el que aproximadamente, un 60% logró recuperar su libertad, aunque en el mayor
en número de ocasiones, no pudieron recuperar sus propiedades.
10. Concentrados separadamente hombres y mujeres en recintos
cerrados, pasaron posteriormente a lo que se llamaron depósitos provisionales,
principalmente fortalezas militares, como las de Denia, Aljafería de Zaragoza,
Santa Bárbara en Alicante o alcazaba de Málaga. Desde estos lugares serían
trasladados más tarde por orden de Ensenada a sus destinos definitivos: los
hombres, a los arsenales de Cartagena, La Carraca y La Graña en Ferrol; excepto
los catalanes, que fueron empleados en las obras públicas, y recluidos en un
lugar indeterminado de Barcelona, posiblemente en las Atarazanas o en la puerta
Madrona.
11. Las mujeres, de las que Ensenada se había desentendido,
fueron trasladadas a casas de misericordia como la de Zaragoza o a edificios reconvertidos
en cárceles, casos del antiguo convento de los agustinos de Barcelona y el
antiguo Hospital del Rey en Valencia.
12. La estancia de los gitanos y las gitanas en sus
respectivos destinos, se caracterizó por las diversas estrategias de
resistencia que emplearon. En el caso de los hombres, además de realizar el
trabajo a baja intensidad, también cometieron sabotajes consistentes en hurtos,
destrucción de material, e incluso incendios; aunque en este caso, nunca pudo
demostrarse su autoría. Mayor contratiempo supusieron las continuas fugas que ejecutaban,
haciendo menguar considerablemente la población penal gitana
13. Las mujeres también ejecutaron arriesgadas evasiones, pero
aún más efectiva fue la guerra de desgaste que sostuvieron con los responsables
de su custodia, con el intento de hacer insoportable su estancia, En Zaragoza,
casi nada estuvo a salvo de sus sabotajes: la vajilla, las camas, e incluso su
propia ropa hasta quedar desnudas. Se hicieron añicos, aprovechando los destrozados
restos de madera y de ropa, para atascaban los pozos negros e inundar la casa
con las aguas fecales.
14. Las gitanas de Valencia fueron las más afortunadas, pues
contaron con la protección del duque de Caylús, capital general del reino de
Valencia, quien propuso en 1753 un indulto general para todas las personas
gitanas que no pudieron cumplir las exigencias de la Real Orden de 28 de
octubre de 1749.
15. Aunque Fernando VI estuvo dispuesto al indulto, las
muertes poco tiempo después del duque y del mismo rey, paralizó el expediente
que estudiaba la forma en que se debía dar la libertad. No sería hasta 1761, cuando
Carlos III lo reavivara, pasándolo a consulta de los capitanes generales de
Aragón y Cataluña, quienes mostraron sus reservas, por creer que una vez
libres, tanto hombres como mujeres volverían al mismo gitanismo que había
ocasionado su encierro.
16. Ante el nuevo retraso, el rey quiso aplacar la
desesperación que padecían los gitanos que aún se mantenían encerrados,
decidiendo confortarles transmitiéndoles en 1763, la promesa de una inminente
liberación. Sin embargo, hubo de pasar otros dos años para que el ansiado
indulto tuviera efecto.
17. La liberación de los supervivientes de la redada no
supuso el punto final de la represión. Sí en cambio, la apertura de un periodo
de debates sobre la política restrictiva a seguir, durante el cual se volvieron
a plantear propuestas de expulsión y exterminio.
18. En febrero de 1771, Carlos III, deseando dar carpetazo al
expediente, pidió informes a Campomanes y a Valiente, fiscales del Consejo de
Castilla, con el fin de adoptar «la solución definitiva». Poco más tarde, ambos
presentaron un nuevo proyecto, proponiendo la deportación a América, así como
el servicio en Marina y trabajos forzados en arsenales para los más jóvenes.
Una línea dura que compartió también el conde de Aranda, quien propuso separar
de sus padres a los niños recién nacidos, y educarlos
en instituciones benéficas. En cuanto a los mayores de 15 años, sugería
separarlos por sexos, destinando las mujeres a las colonias del continente
americano, reservando las islas para los hombres. De esta forma, creía que casándose
con los indígenas, se conseguiría la total
extinción de la identidad y cultura gitana, al cortar el aprendizaje y la
transmisión, tanto de la lengua como las costumbres gitanas.
19. Estas propuestas no tuvieron recorrido por la oposición
de personajes como el inspector general de Marina, González Castejón, y del
virrey de Nueva España, Bernardo de Gálvez. Finalmente, en 1783, Carlos III
promulgó una nueva pragmática, que aunque manteniendo un tinte represivo,
suavizó las penas por contravención, e introdujo algunas disposiciones
inclusivas. Ésta sería la última pragmática antigitana, vigente hasta 1848 al
aprobarse el código penal. Sólo sobrevivieron los artículos del reglamento de
la Guardia Civil de 1846, referidos a la vigilancia que debía observarse sobre
los miembros de la comunidad gitana.
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