Una historia, un olvido... el discurrir invisible de lo que existió y se desconoce

Este espacio pretende entender la historia como una disciplina que proporciona, tanto la información como los instrumentos necesarios para conocer el pasado, pero también como una herramienta para comprender al "otro", a nosotros mismos y a la sociedad del presente en la que interactuamos.

Conocer la historia de los gitanos españoles es esencial para eliminar su invisibilidad, entender su situación en la sociedad y derribar los estereotipos acuñados durante siglos.

Las publicaciones contenidas en este blog-revista tienen derechos de autor. Se ruega citen su procedencia.

viernes, 1 de diciembre de 2017

LOS GITANOS Y EL FLAMENCO EN 1885

«CANTE HONDO»
Para los que no están iniciados en la poesía del cante eso de jondo parecerá término chino.
Para los peritos, eso de cante jondo es más que si les dijeran; «Ópera clásica».
Los que no conocen aquella tierra bendita que denomina el vulgo «Andalucía», los que no han nacido en ella, no pueden apreciar las bellezas del cante.
Y aun los andaluces que no han visitado los barrios de la gente cañí o gitana no saben lo que es poesía, y ternura, y «diplomacia íncontínental».
Los gitanos constituyen un Estado libre dentro de otro Estado.
Ellos podrán ser maleantes y aun tener la desgracia de seducir a las bestias del prójimo y de tropezarse con las cosas ajenas antes de que se le extravíen al prójimo.
Pero ellas, las gitanas puras, son modelo de lealtad y de firmeza, y primeramente consentirían en su muerte que en la deshonra y en el envilecimiento.
Aborrecen a los hombres que no son gitanos, y en la feria de Sevilla se pierden por ellas más ingleses que en la campaña del Egipto y pueblos «adyacentes».
El gitano cantaor es un trovador con sombrero de catite; un hombre que siente y que llora cantando sus penitas.

En el cante flamenco hay cierta mezcla de alegría y dolor que no se explica sino por la siguiente copla del pobrecito Augusto Ferrán:

¿Alegrías? No las quiero
De esas que a todos alegran;
Yo quiero las alegrías
Que al mismo tiempo dan pena.

Las cantaoras finas lloran derramando coplas que rebosan alegría y esa gracia que no sale a luz más que al calor del sol de Andalucía.
Araujo, que es un artista que sabe sentir y que posee la magia del estilo, ha dibujado un cantaor cañí con verdad y con expresión.
Jasiendo vorá la guitarra , e iluminado por el bálsamo de Jerez o dc Sanlúcar, el artista flamenco da suelta a los pesares y se desajoga de penas.


COMENTARIO:
Este texto, extraído de La Ilustración Española y Americana de octubre de 1885, constituye tanto un valioso testimonio de la situación de los gitanos españoles en aquellas fechas como de la consolidación del flamenco como arte basado en cantes cargados de poesía y sentimiento.
Nada pasa desapercibido en estas líneas, desde la más cruel reseña del estereotipo negativo que estigmatiza a los hombres gitanos como ladrones “maleantes”, hasta el ensalzamiento de la mujer gitana como hermosa, alegre, graciosa, llena de lealtad y firmeza; por la que muchos hombres pierden la cabeza.
Es también una referencia a la libertad de los gitanos como su valor más querido. Una apreciación que queda resumida magistralmente cuando se expresa cómo “los gitanos constituyen un Estado libre dentro de otro Estado”, una realidad que por entonces se hallaba sin embargo en transformación. Eran tiempos de cambio, el campo se iba quedando vacío y las ciudades se llenaban con contingentes humanos que se proletarizaban. Un proceso en el que el gitano seguirá resistiéndose a dejar de serlo, convirtiendo el cante flamenco en una válvula de escape en la que expresar su forma de ser y de sentir.

2 comentarios:

  1. YO COMO GITANA PURA DIGO QUE ESE ESCRITO ES BELLO .Y EXPLICA MUCHAS COSAS SOBRE EL CANTE JONDO PURO NUESTRO SOLO DIRE OLE ENORME MERECIDO

    ResponderEliminar
  2. Valla historia bonita la del pueblo cale,la pena que ni nosotros mismos la conoscamos y nos dejemos engañar por aquellos que nos quieren quitar hasta nuestra propia identidad

    ResponderEliminar