La
invisibilidad de los gitanos en la Historia de España es mucho más palpable
durante el siglo XIX. Una época repleta de convulsiones políticas, económicas y
sociales, en la que la comunidad gitana, al menos casi hasta mediados de siglo,
estuvo bajo la vigencia represora de la pragmática de 1783. Y, aunque
finalmente obtuvo la ciudadanía española sin ningún tipo de restricciones por
la Constitución de 1837, hubo de seguir sufriendo la estigmatización resultante
del estereotipo acuñado y ampliamente divulgado durante siglos.
Baile en las afueras de Loja |
Víctimas
como otros muchos españoles de las crisis económicas ocasionadas por múltiples
factores, sobrevivían a duras penas desarrollando sus oficios tradicionales, y
que debían complementaban con otras ocupaciones, como la de jornaleros,
especialmente en Andalucía. De ellos apenas se sabe nada durante el siglo XIX,
que esté relacionado con el flamenco o el toreo. Mucho menos de su
posicionamiento ideológico ante las revoluciones que convulsionaron esta época, constituyendo la revuelta armada barcelonesa denominada La jamancia, el primer movimiento revolucionario en que se vieron envueltos miembros de la comunidad gitana.
En Andalucía, por sus propias características
socioeconómicas, la comunidad gitana fue más sensible a los movimientos que preconizaban
el reparto de tierras y clamaban por la libertad y la igualdad. En Cádiz, por
ejemplo, tras la promulgación de la Constitución antiliberal de 1845, los gitanos, en expresión de la prensa,
embardunaron las paredes con carteles subversivos pidiendo la vuelta a la Pepa,
dando vivas a los liberales y advirtiendo el sombrío futuro que esperaba a
España con un “que
ze hunde la patria”.
Rafael Pérez del Álamo |
El cada vez
mayor empobrecimiento del campesinado, junto con el auge de las ideas
republicanas, fomentó la desestabilización
social y la lucha contra el caciquismo. Para hacer frente a esta situación,
desde las filas demócratas de Andalucía Oriental, Rafael Pérez del Álamo fundó una Sociedad Secreta, de tipo carbonario y carácter más social y militar que anarquista, que
pretendía además de un reparto de tierras, la protección y socorro de sus
asociados. Dicha Sociedad se hallaba muy influida por el movimiento garibaldino
italiano y tendría un papel decisivo en la revolución que estallaría en Loja.
El principal protagonista de esta insurrección fue Rafael Pérez
del Álamo, inspector de carnes, veterinario de primera clase y corresponsal de
los periódicos demócratas de La Discusión
y El Pueblo, quien se distinguió en
las críticas hacia las arbitrarias detenciones producidas tras el intento de
anulación de las elecciones que dieron la victoria a los demócratas, siendo
detenido con ocasión de la divulgación de un
folleto titulado “La
Democracia, el Socialismo y el Comunismo, según la Filosofía y la Historia”.
Acosada la Sociedad
Secreta, se reunió primeramente en Granada y después en Loja, donde se autorizó
a Pérez del Álamo a liderar la sublevación en el momento que considerara más
oportuno. Decidido a emprenderla, se propuso darle un tono revolucionario para
obrar cambios económicos y sociales.
Recientes las
sublevaciones de Utrera y El Arahal de 1857, el conflicto se precipita al
estallar el motín de Mollina el 21 de junio de 1861. Un acontecimiento liderado
por Pérez del Álamo y que justificó su detención el 24 de junio. Los
lojareños se levantaron entonces para
libertarlo. El 27 del mismo mes se a insistir en su arresto personándose la
Guardia Civil en su domicilio. Avisado de esta contingencia, logró huir a
caballo y llegar hasta la “Campiña de las Salinas”, donde habían acordado
reunirse los componentes de la Sociedad Secreta, y al que empezaron a acudir centenares
de personas, muchas de ellas con la esperanza de ser cierto el rumor que aseguraba se
iban a repartir las tierras.
Vista de Loja en 1812 |
Desde Loja, Iznájar, Trabuco,
Las Fuentes y Archidona acudieron al llamamiento portando todo tipo de armas: escopetas,
hoces y todo tipo de áperos de labranza. Los gitanos, formando una compañía
aparte bajo la capitanía de Antonio Arjona, alias “El Zorrica”, acudieron con
lanzas de fabricación propia.
Todos juntos se conjuraron
en la victoria y se dirigieron hacia Iznájar gritando todo tipo de consignas,
como ¡Viva
la República y muera la reina!,
¡Viva Garibaldi!, ¡Muera el Papa!, ¡Viva la libertad! Y, ¡Viva
la democracia! Una vez en dicho pueblo entraron en combate con un pequeño destacamento
de la Guardia Civil, al que desarmaron e hicieron prisioneros. Al día siguiente,
del Álamo lanzó una proclama en el intento de incorporar nuevos voluntarios y
tranquilizar a los terratenientes, al asegurar se iba a respetar la propiedad y
la libertad de ideas.
Con la intención de tomar Loja, se pertrechó a los combatientes con armas, tabaco y un poco de pan y queso, lo que curiosamente dio nombre a la insurrección, que empezó a denominarse La guerra del pan y el queso.
Una vez que la fuerzas rebeldes salieron de
Iznájar, el 28 de junio vuelvieron a vencer a
fuerzas gubernamentales y entrar triunfantes en Loja, donde rápidamente comenzaron
a hacer zanjas y levantar barricadas para resistir un más que presumible asalto.
Hasta tanto, los sublevados siguieron recibiendo refuerzos procedentes de
Málaga, Jaén y Granada, hasta alcanzar un contingente cercano a los 25.000
combatientes. Entre ellos un gran número de gitanos, a cuyo frente se halló
Antonio Arjona Zorrica, conocido como el “capitán de los gitanos”, de los que
la prensa nacional resaltan su participación asegurarando que habían “tomado gran
parte en el movimiento”.
Antonio fue capturado el 6 de julio junto a
otros destacados dirigentes de la revolución. Las razones por las que se
implicaron en la contienda nos son desconocidas. Tuvo quizá bastante que ver la
personalidad de Pérez del Amo, que como veterinario debió tener estrecho
contacto con los tratantes gitanos. Otra explicación puede deberse al deseo de
mejorar sus condiciones de vida a través de un reparto más equitativo de la
tierra. Si bien, respecto a este tema, existe cierta controversia sobre si
realmente se llegó a realizar una repartición, algo que no ha podido ser
contrastado, en la que algún medio periodístico asegura que los gitanos
participaron en dicho acto para recibir un total de cinco fanegas de tierra.
El conflicto se estancó en Loja
durante varios días, hasta que Pérez del Álamo, ante las súplicas de los
lojareños, decidió evacuar la población y marchar hacia Granada pasando por
Alhama, con la esperanza de reanimar la sublevación. Derrotados por las tropas leales
a Isabel II, se produjo la dispersión de los revolucionarios y su derrota
definitiva, dando paso una represión que encarceló a numerosas personas que
debieron pasar ante los dos tribunales militares formados en Loja y en
Málaga, para proceder con arreglo a la ley
de 17 de abril de 1821.
Más de 3000 individuos fueron procesados en estos tribunales,
de los que 1180 fueron condenados a penas comprendidas entre los dos y los
veinte años de presidio. Solo un vecino de Iznájar sería sentenciado a la pena
capital.
En cuanto a los gitanos que tomaron parte en la insurrección,
Antonio Arjona “el Zorrica”, también conocido por “Zorrín”, fue sentenciado en
primera instancia a cadena perpetua;
si bien se le acabaría conmutando dicha pena por la de 20 años de presidio. Su
proceso despertó una especial curiosidad, especialmente tras el discurso que
pronunció ante el tribunal que debía juzgarle, y del que la prensa destacaba,
había “sido la cosa más célebre del mundo”.
Nota de prensa del 8/8/1861 |
Durante todo el proceso, los presos que se hallaban siendo
juzgados en Loja se recluyeron en lugares habilitados para ello, tales como el
teatro y una sala contigua a la alcazaba. Mientras tanto duró el juicio, un
grupo numeroso de gitanas y niños deambularon permanentemente mientras duró,
implorando “a los del consejo, a los fiscales, a los defensores y a cuantas
personas creían ellas que pudieran influir en la sentencia de sus maridos y
padres, para librarles de la imposición de la pena de muerte”.
Finalmente, junto al “tío Zorra”, fue condenado igualmente a
los mismos veinte años de presidio, el sargento de los gitanos: “El Culiche”,
de quien se decía iba inocente por no delatar a su padre “El tío Characha”.
La prensa no tomó nunca en serio la participación de
los gitanos, siendo incluso objeto de mofa:
“Estos tontos, como la mayor parte, quisieron tomar
sus cinco fanegas de tierra de los bienes comunes, y fueron con toda la
gitanada, con unos palos muy largos y un pedazo de hierro que hacía punta, y
que llamaban lanza”.
Confirmada la sentencia, el 8 de agosto, “Zorrilla” y
“Culiche” formaron parte de una cuerda
de presos que se dirigieron en dirección a Granada, para desde allí ser
dirigidos a Málaga y embarcar posiblemente con destino al presidio de Canarias
o al de Baleares, ya que el de Fernando Póo se reservaba para los condenados a cadena
perpetua.
Una vez en presidio, se dispusieron a consumir los
mencionados veinte años, de los cuales, la prensa auguraba que “El Zorra” no
aguantaría ni la mitad “porque es muy viejo”. No hubo de aguardar ni siquiera
dicho tiempo, pues el 5 de septiembre
de 1862 la reina concedió una amnistía a todos los que se hallaban presos,
incluido el mismo Pérez del Álamo.
A pesar de la
represión consiguiente, así como el intento de reconciliación personificado en
la amnistía del 5 de septiembre y la visita que a lo largo de ese mes hizo la
reina como
gesto de buena voluntad a Andalucía, el espíritu revolucionario se mantuvo y hasta se alentó
hasta culminar con la revolución de La
Gloriosa de 1868, que mandó a Isabel II al exilio.
BIBLIOGRAFÍA:
ANDÚJAR, Francisco. “La sublevación de
Loja (1861), en Ser Histórico. Portal de Historia, 14 de diciembre de 2016.
Disponible en https://serhistorico.net/2016/12/14/la-sublevacion-de-loja/.
MADARIAGA DE LA CAMPA, Benito “Rafael
Pérez del Álamo (1827-1911)”. Disponible en https://ddd.uab.cat/pub/llibres/1973-2011/72336/semvet_a1973v1_perez.pdf
PÉREZ DEL ÁLAMO, Rafael. Dos revoluciones andaluzas, Biblioteca de Cultura Andaluza nº 57; Sevilla: Ediciones
Andaluzas Unidas, 1986.
Existe un blog dedicado
íntegramente a la figura de Rafael Pérez del Álamo: http://rafaelperezdelalamo.blogspot.com.es/
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