Un momento de la actuación de troupe (La Ilustración Española y Americana) |
COMENTARIO:
Desde 1851, las Exposiciones Universales sirvieron para
potenciar el capitalismo y a las oligarquías occidentales, a través de una
especie de ferias mundiales para impulsar las producciones industriales, el
comercio y los valores sociales asociados a la ideología liberal. En este
contexto se concibió y desarrolló la Exposición de 1889, estableciendo a la
torre Eiffel como un emblema de la modernidad y de la industrialización.
Construcción de la torre Eiffel |
La presencia española en cuanto a la producción industrial pasó sin pena ni gloria, si
tenemos en cuenta el éxito que un año antes se había cosechado en la Exposición
Universal de Barcelona.
El éxito vino no obstante a través de la manifestación del carácter español por medio del toreo y el flamenco, y que llegó a impregnar la vida social parisina durante el
verano de 1889. Así lo comentaba Federico Urrecha en su artículo “Toros, cañas,
manzanilla y cante”, donde resalta la actuación de “la troupe de gitanas
auténticas” procedentes del Albaicín granadino, que “llama más gente que las
damas suecas y las violinistas húngaras que tocan en los restaurants del
palacio de Bellas Artes”.
El repertorio del cuadro flamenco sufrió sin embargo, la adulteración que
podía esperarse de un espectáculo puramente comercial, introduciendo incluso una
especie de baile del vientre que fue ejecutado por la
Chiva, como también el protagonizado por la
“Macarrona”, el cual, repleto de ademanes y groserías en opinión de sus críticos, mereció la opinión negativa de Emilia
Pardo Bazán, al exclamar que la citada bailaora ¡ya podía haberse llamado la
“Macarena”!
Bonnat, Delaunay y Antonín Proust fueron de los más asiduos a estas veladas flamencas. De
sus impresiones ha quedado el comentario que hicieron en uno de los intermedios
del espectáculo: “nada puede concebirse más bello que el cuadro de aquellas
danzas, a la vez sencillas y lascivas, que aturden los sentidos y embelesan el
corazón. Mélida, cuñado de Bonnat, explicaba lo que en realidad son
estos espectáculos en España, populares en Andalucía, que algo introducidos en
Madrid y otras capitales, no habían pasado aun entonces de la categoría de los cafés cantantes, de las reuniones privadas y
giras de campo, y de otras ocasiones análogas. A lo que Delaunay exclamaba: “¡Esto
pudiera celebrarse hasta en la Gran Ópera!”.
PARA
SABER MÁS:
VIERA DE MIGUEL, Miguel, “El imaginario visual español en la Exposición Universal de París de 1889: “España de moda”.
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