Una historia, un olvido... el discurrir invisible de lo que existió y se desconoce

Este espacio pretende entender la historia como una disciplina que proporciona, tanto la información como los instrumentos necesarios para conocer el pasado, pero también como una herramienta para comprender al "otro", a nosotros mismos y a la sociedad del presente en la que interactuamos.

Conocer la historia de los gitanos españoles es esencial para eliminar su invisibilidad, entender su situación en la sociedad y derribar los estereotipos acuñados durante siglos.

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miércoles, 1 de noviembre de 2017

LOS GITANOS Y LA EXPOSICIÓN UNIVERSAL DE PARÍS DE 1889. LOS GITANOS ESPAÑOLES SE DAN A CONOCER EN EUROPA

Si en la exposición de productos de la naturaleza y de la industria España hubiera estado acertada, el lauro de la Exposición de 1889 hubiera sido en gran parte para nuestro país. La política nos resta, y la opinión nos suma: todo lo que es completamente nacional y popular en España, ha sentado aquí a las mil maravillas, se comienza por las gitanas del gran teatro del Campo de Marte. Nuestros compatriotas ¡qué blasfemar I ¡qué exagerar! ¡Qué repetir sandeces y tonterías! Venir aquí, decían, con estas ordinarieces y estas costumbres semibárbaras!, ¡Esto será la vergüenza de España!" Y nada menos que eso: esas ordinarieces y esas costumbres semibárbaras volvieron la chaveta a este público tan culto, que todavía asiste con el mismo entusiasmo que al principio a aquellos cuadros de rara y saliente originalidad. Por cierto que, uno de estos días, hicieron las gitanas y gitanos del teatro referido su primera ascensión a la torre Eiffel. Podía darse dinero por oír las exclamaciones, los dichos y las oportunidades que se les ocurrían a aquellas gentes, que se creían, llenas de admiración y espanto, que hacían un viaje por los aires. Nuestros cantos, nuestros bailes, y hasta nuestra música popular han encontrado aquí un eco más simpático de lo que se esperaba.


Un momento de la actuación de troupe (La Ilustración Española y Americana)


COMENTARIO:
Desde 1851, las Exposiciones Universales sirvieron para potenciar el capitalismo y a las oligarquías occidentales, a través de una especie de ferias mundiales para impulsar las producciones industriales, el comercio y los valores sociales asociados a la ideología liberal. En este contexto se concibió y desarrolló la Exposición de 1889, estableciendo a la torre Eiffel como un emblema de la modernidad y de la industrialización.
Construcción de la torre Eiffel
La presencia española en cuanto a la producción industrial pasó sin pena ni gloria, si tenemos en cuenta el éxito que un año antes se había cosechado en la Exposición Universal de Barcelona.
El éxito vino no obstante a través de la manifestación del carácter español por medio del toreo y el flamenco, y que llegó a impregnar la vida social parisina durante el verano de 1889. Así lo comentaba Federico Urrecha en su artículo “Toros, cañas, manzanilla y cante”, donde resalta la actuación de “la troupe de gitanas auténticas” procedentes del Albaicín granadino, que “llama más gente que las damas suecas y las violinistas húngaras que tocan en los restaurants del palacio de Bellas Artes”.
El repertorio del cuadro flamenco sufrió sin embargo, la adulteración que podía esperarse de un espectáculo puramente comercial, introduciendo incluso una especie de baile del vientre que fue ejecutado por la Chiva, como también el protagonizado por  la “Macarrona”, el cual, repleto de ademanes y groserías en opinión de sus críticos, mereció la opinión negativa de Emilia Pardo Bazán, al exclamar que la citada bailaora ¡ya podía haberse llamado la “Macarena”!
Bonnat, Delaunay y Antonín Proust fueron de los más asiduos a estas veladas flamencas. De sus impresiones ha quedado el comentario que hicieron en uno de los intermedios del espectáculo: “nada puede concebirse más bello que el cuadro de aquellas danzas, a la vez sencillas y lascivas, que aturden los sentidos y embelesan el corazón. Mélida, cuñado de Bonnat, explicaba lo que en realidad son estos espectáculos en España, populares en Andalucía, que algo introducidos en Madrid y otras capitales, no habían pasado aun entonces de la categoría de los cafés cantantes, de las reuniones privadas y giras de campo, y de otras ocasiones análogas. A lo que Delaunay exclamaba: “¡Esto pudiera celebrarse hasta en la Gran Ópera!”.
PARA SABER MÁS: VIERA DE MIGUEL, Miguel, “El imaginario visual español en la Exposición Universal de París de 1889: “España de moda”.

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