Una historia, un olvido... el discurrir invisible de lo que existió y se desconoce

Este espacio pretende entender la historia como una disciplina que proporciona, tanto la información como los instrumentos necesarios para conocer el pasado, pero también como una herramienta para comprender al "otro", a nosotros mismos y a la sociedad del presente en la que interactuamos.

Conocer la historia de los gitanos españoles es esencial para eliminar su invisibilidad, entender su situación en la sociedad y derribar los estereotipos acuñados durante siglos.

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sábado, 15 de julio de 2017

Tal día como hoy de 1834: la abolición definitiva de la Inquisición. Beatriz Montoya, una mujer gitana ante el Santo Tribunal

La reina regente María Cristina de Borbón firmó el 15 de julio de 1834 el decreto de abolición del Tribunal de la Inquisición en España. Posiblemente, debido a que la Inquisición tuvo como principal objetivo el ejercer un fuerte control sobre las mentalidades y comportamientos considerados contrarios a la moral católica, como también a la censura de las publicaciones; la persecución hacia el colectivo gitano no tuvo la virulencia que sufrieron los judíos y los moriscos.  Igualmente, Muchos inquisidores tuvieron la convicción de que las actividades supersticiosas de los miembros del Pueblo Gitano, en especial de las mujeres, respondieron a una picaresca encaminada a conseguir beneficios económicos a costa de los incautos que se dejaban engañar.
Tormento de un procesado por la Inquisición
Como arquetipo de mujer gitana procesada varias veces por la Inquisición tenemos a Beatriz Montoya, de cuyo último proceso transcribimos su inicio:
El fiscal del tribunal de Valencia = Contra Beatriz Montoya, gitana, natural de Sigüenza, por delito de supersticiones
Supongo que esta es la tercera causa que se ha seguido en dicho tribunal contra esta rea…
Tuvo principio esta última causa por delación que hizo por descargo de su conciencia en 16 de julio de 1725 ante un comisario de Valencia, Antonio de la Fita, labrador y vecino del lugar de Cuartede, 35 años, diciendo que hacía tres días, que encontrando a esta rea en él, le dijo que quería hablarle dos palabras en secreto, y éstas fueron, que ella hacía una diligencia yendo a la iglesia, con la cual le aseguraba ganaría con cuantos jugase, con tal que de la ganancia le diese parte a ella, y ofreciese darla de limosna para misas a las ánimas otra parte, y que había de decir antes de ponerse a jugar, las palabras siguientes: “al Santísimo Sacramento voy a buscar por mi bien y no por mi mal, suerte y ventura con aquellos con quien jugase”, añadiendo que quedaba a su cargo el rezar a dicho fin las oraciones de Santa Elena y San Antonio.
Que sin embargo le aseguró al denunciante, tenía experiencia de todo esto. Conociendo que todo era embuste, la dijo que él no quería practicarlo y la dio diez sueldos por desasirse de la reo, que encontrándole otro día al testigo, le dijo que era hombre de poco corazón, que rehusaba de usar de dicho medio, que ella era mujer y no temía a todo el Infierno junto.

Delató también por descargo de su conciencia a esta reo en 20 de agosto de 1728, María Castejón, mujer de gitano, de 40 años, que estando un día en compañía de esta reo en el lugar de Catarroya, llegó la mujer del mesonero de dicho lugar, llamada Vicenta y las contó cómo se hallaba afligida porque el dueño de dicho mesón se negaba a pagar una gran cantidad de dinero que le había adelantado; lo que oído por la rea, la dijo que no se afligiese, que ella le daría remedio para recobrar dicho dinero. Que de allí a tres días, que sería a principio de junio de dicho año de 728, dijo la rea a la mesonera que sacase un barreño con agua, dos sortijas de oro, un real de a ocho, medio pliego de papel  blanco y un lienzo regular. Y tomando la rea las sortijas y moneda, las echó dentro del barreño, a cuyo tiempo dijo algunas oraciones de las que la denunciante no hace memoria. Que después puso dentro del agua el medio pliego de papel, y a poco rato le sacó diciendo que mirasen en él las letras que tenía, las que dijo la rea expresaban que la mesonera recobraría su dinero, pero la testigo dice que sólo vio en él algunas rayas. Que sacando luego las sortijas y real de a ocho, dijo las había de poner debajo de una ara en la que se haya celebrado misa, y que la moneda habría de servir para comprar unos polvos, los que les habían de servir para recobrar el dinero. Y de hecho, se quedó con todo la reo, la que de allí a tres días dio a la mesonera unos polvos diciéndola que fuese a la casa del dueño del mesón y que los echase al suelo de ella con cautela, y de forma que los pisasen. Y que según le refirió dicha mesonera a la testigo, ejecutó la diligencia de echar los polvos en la forma que queda expresado.

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