Juan Esteban Poios,
vecino de esta villa, mayordomo de sus propios, con oficio de síndico
procurador de su común por no haberlo en propiedad, como más haya lugar en
derecho = Digo que componiéndose como se compone el todo del común de vecinos
de esta dicha villa de labradores para el cultivo de sus tierras, que es el
único ejercicio de que se mantienen por no haber otro ni componerse de comercio
alguno, necesitan precisamente de dos maestros de herreros para las composturas
y aderezos de las rejas de labor y demás pertrechos para evitar los muchos
gastos y dilaciones que se les causan de hacer viaje a otro pueblo a buscar
maestros de dicho oficio pudiéndolos tener en éste = y porque no hay más que un
maestro, pues otro que había llamado Felipe Salazar, castellano nuevo, muy
experto en dicho oficio que hacía lo más en dichas composturas, se halla de
habitador en la villa de Zafra a causa de estar asignado en ella con los demás
castellanos nuevos en virtud de la nueva Real Orden, y aunque se ha procurado
por medio de la justicia de aquella villa su transportación a ésta, no se ha
podido conseguir por decir depende de Tribunal Superior
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Fragua gitana. Pintura de Isidoro Marín |
COMENTARIO: durante el reinado de Felipe V se dispuso concentrar a todos los integrantes del Pueblo Gitano en determinadas localidades, con el fin de controlar la movilidad de los gitanos y completar la sedentarización y asimilación iniciada dos siglos atrás. Desde 1717, muchas familias gitanas debieron abandonar sus avecindamientos
de muchos años atrás e instalarse en los pueblos y ciudades señaladas por la
referida pragmática y posteriores, no pudiendo salir de ellas sin licencia expresa de sus justicias. Un proceso de reasentamiento que aun en 1746 no estaba resuelto y que había dejado desprovistas a las pequeñas
localidades campesinas de los trabajos que los gitanos
desempeñaban en ellas, tales como los de jornaleros, horneros, esquilado de
animales…; y, sobre todo, los de la herrería. Actividades manuales a las que los
cristianos viejos eran reacios dedicarse por considerarlas infamantes.
La solicitud
de Santa Marta para recuperar a su vecino Felipe Salazar es una muestra más de
la vacilante, errónea y desconcertante política de asimilación emprendida por
la corona española desde el siglo XVI. Solo tres años más tarde, un nuevo despropósito acabaría destrozando esta política de vecindarios cerrados. La redada realizada dentro
del marco del proyecto de exterminio ideado para eliminar al Pueblo Gitano de
España, demostró que la población gitana estaba prácticamente asentada en 1749 y que todo el esfuerzo realizado por ésta quedó en nada.
Felipe de
Salazar, aunque consiguió recuperar su vecindad en Zafra, donde vivió junto a
su mujer María Sebastiana de Acosta, sería una de las víctimas de la redada de
la madrugada del 31 de julio de 1749. Presa su mujer, Felipe se presentó
voluntariamente para seguir el mismo destino de los demás gitanos. Probablemente
sería puesto en libertad tiempo después, al beneficiarse del indulto parcial
del 28 de octubre de ese mismo año.
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