Baile de gitanos y gitanas ante Luis XIV de Francia. Museo del Louvre |
En
doce de junio de 1628 otorgaron Francisco Ximénez Rubio, vecino de la villa de
Palma, estando presente en Córdoba de una parte, y Francisco Mejía y Gabriel
Alvarado, gitanos herreros y María Fernández, viuda, mujer que fue de Adrián
Fernández, difuntos, vecinos de la dicha ciudad de Córdoba de la otra, que son
convenidos y concertados en esta manera, en que los dichos Francisco Mejía y
Gabriel Alvarado y María Fernández se obligaron de dar una danza que tenga seis
mujeres y un hombre para que bailen en la villa de Palma en la procesión del
día del Corpus Cristi, que ha de salir de la iglesia mayor de la dicha villa, y
asimismo el día de la octava que ha de salir la procesión y han de ir las
mujeres vestidas con sus sayas de grana y camisas y tocas limpias, y el hombre
ha de ir vestido con zapatos blancos y con sonajas y adufes, y han de danzar
ambos días bien y a contento de toda la gente, y dando gusto a todos y sin que
ninguna persona se descontente ni tenga pesadumbre y por razón de la ocupación
y trabajo que han de tener en ello, se les ha de pagar por ambos días
quinientos cincuenta reales”.
COMENTARIO:
La fiesta del Corpus Christi fue instaurada por el
papa Urbano IV en 1264; y ya en 1447, Nicolás V impulsó la procesión solemne.
En el reino de Castilla, conforme se iba arrebatando territorios a los
musulmanes, el ritual se fue instaurado como una muestra del poder cristiano. Ya
en el siglo XVI sufrió un fuerte desarrollo tras el Concilio de Trento en 1551,
manteniendo durante el siglo siguiente gran aceptación con la participación de
todos los estamentos sociales.
Bailarina egipciana del siglo XV. Tapiz de Tournai |
La jerarquizada sociedad de la Edad Moderna tuvo su
reflejo en las procesiones, abriéndolas los
representantes del clero y de la nobleza, tras los cuales iba el pueblo llano con
sus representantes gremiales. Y como mezcla de lo sagrado y lo profano, se
permitió la introducción de elementos festivos, en donde tuvieron cabida los
moriscos y los gitanos, de cuya participación, no solo obtuvieron aportaciones
económicas, sino también méritos de cara a su integración en una sociedad que
los excluía.
Son numerosas las referencias que se hallan en las
actas de muchos de ayuntamientos de la época, especialmente los andaluces, desde
los cuales se contrataban compañías de gitanos y gitanas para danzar; bien al
inicio de la comitiva, bien tras el paso de los gremiales. En dichos convenios
se estipulaba el número de danzarines, la forma en que debían ir vestidos y la
cantidad que debían percibir. Estas aportaciones
económicas procedieron inicialmente de los gremios; si bien, a partir del siglo
XVI debieron hacerse de los gastos cada uno de los cabildos municipales. El de Córdoba,
por ejemplo, hubo de hacerse cargo de la financiación de los festejos a partir
de 1570.
La celebración del Corpus trajo consigo una
numerosa concurrencia a las ciudades más importantes, donde prevaleciendo aún ideas medievales sobre la salud pública,
procuraron obstaculizar la presencia de elementos ambulantes, siempre sospechosos
de alterar la “paz y seguridad de salud”. Así lo estableció el cabildo lorquino
en 1601, nada más detectarse la presencia de una gran cantidad de gitanos que acudieron
al Corpus de este año. Causa por la que se dispuso la salida “de todos los
gitanos y gitanas”, suponiendo de que no hacerlo, “serán causa los dichos
gitanos de que esta ciudad enferme de pestilencia”, con lo que se evitarían
además “otros inconvenientes que traen consigo”.
La presencia de músicos gitanos en la celebración de
fiestas religiosas se documenta ya desde la segunda mitad del siglo XVI. Y, tras
la sublevación de los moriscos, éstos empezaron a ser sustituidos por los
gitanos; si bien, manteniendo el contenido de la actuación y el acompañamiento de “tamborililio” y de “adufe” (pandero morisco que tocaban las
gitanas); unos instrumentos a lo
que se añadían también las sonajas, como ocurrió en mayo de 1597 en Granada.
Ball de gitanes en Sant Celoni |
En
Almería, las danzas de gitanos fueron prohibidas en 1595, al ser tachadas de
indecentes; si bien, en el resto andaluz siguieron celebrándose hasta que fueron suprimidas por Carlos III. Una de las
últimas referencias gitanas data del Corpus granadino de 1766: “Componíanla
cuatro hombres, y seis mujeres, vestidos a su estilo, pero muy decentes en los
trajes. Iban los hombres... tocando pandero, sonajas y guitarra, a cuyo son
entonaban no indecentes coplas. Las mujeres vestidas con honestidad y en su
modo gitano (...) éstas todas tocaban castañetas a compás, y sus bailes no
contradecía a lo honesto en la acción menor”.
Como resquicio de esta
tradición, se conserva hoy en día el “ball de gitanes” en Cataluña y Comunidad Valenciana, principalmente en las fiestas mayores
del Vallés, Campo de Tarragona-Penedés, Bajo Llobregat y
localidades valencianas como Algemesí, Valencia y Alcoy.
Baile de la alcachofa en Algemesí - Wikipedia |
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