Una historia, un olvido... el discurrir invisible de lo que existió y se desconoce

Este espacio pretende entender la historia como una disciplina que proporciona, tanto la información como los instrumentos necesarios para conocer el pasado, pero también como una herramienta para comprender al "otro", a nosotros mismos y a la sociedad del presente en la que interactuamos.

Conocer la historia de los gitanos españoles es esencial para eliminar su invisibilidad, entender su situación en la sociedad y derribar los estereotipos acuñados durante siglos.

Las publicaciones contenidas en este blog-revista tienen derechos de autor. Se ruega citen su procedencia.

sábado, 30 de octubre de 2021

 LA REDADA GENERAL DE GITANOS ALMERIENSES DEL 27 DE AGOSTO DE 1749

Manuel Martínez Martínez

La idea de expulsar a los gitanos de España se remontaba a 1499, fecha en que los Reyes Católicos amenazaron con su ejecución a aquellos que no tomaran vecindad y se emplearan en los oficios comunes al resto de sus vasallos. Durante los reinados siguientes, diferentes propuestas fueron expuestas en ese sentido, hasta que en 1749, el Consejo de Castilla, con su presidente Gaspar Vázquez de Tablada al frente, acordó su arresto para “sacarlos de España y enviarlos divididos en corto número a las provincias de América”. Si bien, se acabó desarrollando un proyecto de exterminio biológico, consistente en una captura general y la posterior separación de hombres y mujeres para evitar su reproducción. Lo que en términos actuales llamamos un genocidio.



El carácter universal de la redada se halló implícito en las instrucciones que el marqués de la Ensenada confeccionó para hacer una redada general en toda España a las doce de la noche del 30 de julio de 1749. Sin embargo, la orden de captura no llegó a Cataluña y algunas poblaciones andaluzas, como fue el caso de Almería y los pueblos de su corregimiento.

Los gitanos almerienses, noticiosos de la prisión y del embargo de bienes que se había realizado en otras partes, tuvieron tiempo de huir, o al menos de desprenderse de sus pocas pertenencias. El corregidor de Almería, al no haber recibido la orden de prisión, sólo pudo dar aviso a Ensenada de cómo los gitanos, al tener conociendo de lo que se había “ejecutado con los demás del interior del reino”, habían “vendido a ínfimos precios […] los pocos jumentos y otros animales que tenían”, por lo “que a ninguno podrá encontrársele bienes de algún valor” para costear los gastos generados por la prisión y manutención de los cautivos.

Recibida finalmente la orden el 23 de agosto siguiente, tres semanas más tarde al inicio de la operación a nivel nacional; José de Diego y Heras, corregidor de Almería dispuso “la prisión, embargo y venta de bienes de todos los gitanos y gitanas que habitan en esta ciudad y lugares de su jurisdicción y partidos”, para lo que despachó un “pliego cerrado para las justicias con la prevención de guardar sigilo hasta la noche del miércoles -27 de agosto-, en que siguiendo ya todas, sabedoras se ejecutasen las prisiones y demás diligencias a una misma hora”.

El secretismo con que se actuó fue tan efectivo que se logró “la prisión de todos sin excepción de alguno”. Separados los hombres y niños mayores de siete de años de las mujeres y niños menores de esa edad, fueron encaminados hacia la alcazaba de Almería, en donde se fueron concentrando el resto de las víctimas de las redadas efectuadas en los pueblos pertenecientes al corregimiento almeriense. Hasta el 30 de agosto, el recinto de la alcazaba albergó a:

“189 gitanos, hombres, niños y mujeres, los 79 aprisionados en esta ciudad, y los demás que se han conducido por los lugares de Alhabia, Terque, Sorbas, Santa Cruz, Alboloduy, Lubrín y Níjar; y faltando todavía los que había preso en los otros pueblos de esta comprensión”.

En total, dos centenares de personas gitanas acabaron con sus huesos en la alcazaba almeriense, a las que habría que sumar al menos, un centenar de gitanos y gitanas pertenecientes al resto provincial. Aproximadamente, el 3,5% del total de las víctimas Alrededor de 9.000 en toda España) procedentes de la redada ejecutada en el verano de 1749 fueron almerienses.

                                        Alcazaba, murallas de Al Musalla y La Chanca al fondo

Las penalidades de los presos no hicieron más que comenzar. A partir de este momento iniciaron un trágico periplo de privaciones, enfermedades y muerte a través de diferentes centros de concentración hasta acabar en los destinos definitivos que Ensenada dispuso separadamente para hombres, mujeres y niños.

Aun, el 6 de septiembre de 1749, los gitanos y gitanas aprehendidos se hallaban recluidos en la alcazaba. El corregidor almeriense, agobiado por los problemas sanitarios y de abastecimiento, hubo de dirigirse a Ensenada, rogándole le comunicara “a donde remitir estos gitanos, el modo y forma, su conducción y el cuanto se consigna cada uno, regulados por familias o edad”. Diez días más tarde, el ministro le ordenó los enviara con tropa de infantería y caballería a Granada, en donde su corregidor habría de hacerse cargo de ellos.

Una vez en la capital nazarí, los gitanos y gitanas presos fueron instalados en la Alhambra guardando su separación por sexo y edad. A ellos se fueron juntando las demás víctimas capturadas en el reino granadino. Los hombres en su alcazaba y las mujeres en el patio del palacio de Carlos V. Desde allí pasaron posteriormente a las atarazanas malagueñas, desde donde se enviarían los hombres y niños mayores de siete años al arsenal de La Carraca en Cádiz y al de La Graña en El Ferrol; en tanto las mujeres, debieron sufrir un largo periplo a través de diferentes lugares del casco urbano malagueño y de su alcazaba, hasta ser transportadas en barco en 1752 hasta Tortosa y ser recluidas en la casa de Misericordia de Zaragoza, donde se destacaron por sus continuas manifestaciones de rebeldía ante su injusta prisión.

La tragedia vivida por estos gitanos almerienses merece una reparación histórica a todos los niveles. En este sentido, el autor de este artículo, con el apoyo de la Federación de asociaciones gitanas de Almería, tiene solicitado desde diciembre del pasado año al ayuntamiento almeriense, la imposición del nombre de Indalecio Santiago (en representación de las víctimas de la redada) a uno de los espacios públicos de la ciudad de Almería. Sin embargo, la respuesta fue negativa, justificándola simplemente, por no ser el referido Indalecio un personaje ilustre.

http://www.gitanos.org/upload/50/85/cul_redada.PDF?utm_source=Gitanos%20en%20la%20Prensa&utm_medium=Bolet%EDn&utm_campaign=Gitanos%20en%20la%20Prensa.%20Agosto%202017&_uid=98874

lunes, 23 de agosto de 2021

sábado, 31 de julio de 2021

Conmemoración de la Gran Redada Antigitana de 1749 en el antiguo convento de San Agustin de Barcelona

 El 30 de julio se celebró el Día de Lucha contra el Antigitanismo, que recuerda el Proyecto de Exterminio del Pueblo Gitano en España, que tuvo su inicio con la Gran Redada del 30 de julio de 1749.

El acto estuvo organizado por el Ayuntamiento de Barcelona y las entidades del Consejo Municipal del Pueblo Gitano, umplimiento a la declaración institucional del Plenario del Consejo Municipal del Ayuntamiento de Barcelona, del 28 de julio de 2020, y en el que se descubrieron sendos atriles explicativos sobre este episodio histórico.





El lugar elegido para colocar estos hitos conmemorativos, el antiguo de San Agustín, sirvió de cárcel para más de dos centenares de mujeres gitanas catalanas, con lo que se recupera un espacio para la memoria y reparación histórica del Pueblo Gitano español.



Al acto asistiron el presidente del Consejo Municipal del Pueblo Gitano y el concejal de Memoria Democrática y del Distrito de Ciutat Vella, Jordi Rabassa, junto con el vicepresidente primero del Consejo Municipal del Pueblo Gitano y presidente de la Asociación de Jóvenes Gitanos de Gràcia, Ricard Valentí.

El programa de actos se desarrolló de la siguiente forma:

18.00 h. Acto de presentación del atril por parte del presidente del Consejo Municipal del Pueblo Gitano y concejal de Memoria Democrática y del Distrito de Ciutat Vella, Jordi Rabassa.



18.30 h. Conferencia “La Gran Batuda. Baró Istardipè”, Sala Calidoscopi.

Bienvenida y presentación a cargo de Ricard Valentí, vicepresidente primero del Consejo Municipal del Pueblo Gitano y presidente de la Asociación de Jóvenes Gitanos de Gràcia, y Jordi Rabassa, presidente del Consejo Municipal del Pueblo Gitano y concejal de Memoria Democrática y del Distrito de Ciutat Vella.

18.40 h. Presentación y proyección del cortometraje Baró Istardipè, a cargo de su director, Seo Cizmich.

19.00 h. Presentación de los conferenciantes



19.05 h. Conferencia con Manuel Martínez, historiador y escritor, que analizará el papel de la mujer en la Gran Redada.

19.25 h. Conferencia con Patricia Caro, psicóloga e investigadora psicosocial, que abordará el antigitanismo hoy día.

19.45 h. Ruegos y preguntas. Apartado que contó con la intervención entre otros asistentes, de Ismael Cortés y Juan de Dios Ramírez Heredia.

19.55 h. Clausura a cargo de Cristóbal Laso, activista gitano y persona muy representativa del pueblo gitano catalán.

jueves, 1 de julio de 2021

MEMORIAL DEL ALCALDE MAYOR DE MORATA DE TAJUÑA CONTRA LOS GITANOS (1816)

Que, aunque para reducir a vida civil e industriosa a los llamados gitanos, o exterminarlos como perjudiciales, se han tomado por las leyes, aquellas medidas más sanas y enérgicas, y con especialidad por la pragmática de 19 de septiembre de 1783. No obstante se les ve discurrir impunes y vagar de pueblo en pueblo con el pretexto de la chalanería y venta de caballerías que les está prohibida, autorizados con pasaportes de las justicias de los pueblos a donde fijaron su residencia, dándoseles este salvoconducto para que cometan los excesos que tan frecuentemente se notan en ellos. La ley está terminante, pero sucede lo que con otras muchas, que por la tolerancia e inobservancia de las autoridades civiles pierden su fuerza y vigor, y quedar sin uso, continuándose los males que se precavieron por ellas. Un juez solo no basta a ejecutar la referida Pragmática, es necesario concurran todos a su observancia y cumplimiento. A Vuestra Alteza corresponde disponer en esta presente lo conveniente, y si fuere necesario, otra ley porque se recargue la ejecución de aquella. Podrá ponerlo en noticia del soberano por razón de que debe ser extensiva a todo el reino, y no basta carta orden en su distrito. Los motivos y causas que impulsaron al rey a promulgar esta ley subsisten hoy día, y no hay razón para que deje de cumplirse.

Ayuntamiento actual de Morata de Tajuña, Wikipedia


COMENTARIO:

Las quejas y los memoriales motivados por los supuestos «abusos» de los gitanos siguieron llegando tanto a la prensa como al Consejo de Castilla durante las dos primeras décadas del siglo XIX; y, como en siglos anteriores, se volvió a incidir en la relajación de las justicias y del mismo Consejo a la hora de castigarlos. Entre los memoriales más significativos, se halla el dirigido al presidente del Consejo de Castilla por el alcalde mayor de Morata de Tajuña, en agosto de 1816, en el cual, al tiempo de denunciar los «abusos» y la tolerancia de las justicias en este asunto, proponía el exterminio de los gitanos o, por lo menos, su reducción a una vida útil.

La base de estas quejas sobre el comportamiento de determinados individuos —aplicadas al conjunto de la población gitana—, así como la supuesta condescendencia de las justicias hacia los gitanos, se hallaba en la permanencia de la Pragmática de 1783. Y si bien no volvieron a ejecutarse redadas específicas hacia dicha minoría, por haberse dejado de perseguir al gitano como tal, lo cierto es que se siguió considerándolo carne de cañón para las levas del ejército, ya que en virtud de dicha Pragmática pasó a ser perseguido bajo la figura penal de vago.

FUENTE: MARTÍNEZ MARTÍNEZ, Manuel (2021). El Pueblo Gitano español en las revoluciones y guerras civiles (siglos XIX y XX), Almería: Círculo Rojo, pp. 40-42.

martes, 15 de junio de 2021

EL PUEBLO GITANO ESPAÑOL EN LAS REVOLUCIONES Y GUERRAS CIVILES (SIGLOS XIX Y XX)

Para conocer el papel del Pueblo Gitano en la Guerra civil española. Próximamente a la venta: El Pueblo Gitano en las revoluciones y guerras civiles (siglos XIX y XX). Las lagunas existentes hoy en día en la historia gitana de los siglos XIX y primera mitad del XX, comienzan a desaparecer.
ÍNDICE
PRÓLOGO DE ISMAEL CORTÉS
INTRODUCCIÓN

CAPÍTULO I: ANTECEDENTES HISTÓRICOS

1.1. La Pragmática de 1783 y el triunfo de la política asimilacionista
1.2. El tratamiento de la cuestión gitana durante el primer tercio del siglo XIX 
    1.2.1. El liberalismo y los gitanos
    1.2.2. La Guerra de la Independencia y la Constitución de 1812
    1.2.3. Avances y retrocesos durante la primera restauración borbónica (1814-1833). Entre el liberalismo y el conservadurismo

CAPÍTULO II: LOS GITANOS EN LAS REVOLUCIONES Y GUERRAS CIVILES DEL SIGLO XIX
2.1. La primera guerra carlista: neutralidad, represión y ciudadanía española
2.2. El periodo de entreguerras. El fin del Antiguo Régimen legislativo
2.3. La participación gitana en las grandes revoluciones del siglo XIX
    2.3.1. La Jamancia barcelonesa
    2.3.2. La conflictividad social en la España de mediados del siglo XIX. La creación de la Guardia    Civil
    2.3.3. La revolución de Loja: la guerra del pan y el queso
    2.3.4. La revolución de La Gloriosa y la cuestión social. El derecho al voto
2.4. La tercera guerra carlista (1872-1879)
2.5. La gitanofobia de finales del siglo XIX
2.6. Los gitanos políticos




CAPÍTULO III: CAMINO A LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA DE 1936

3.1. Ecos de la crisis del 98
3.2. La represión de la Guardia Civil
3.3. La criminología y el estigma social de los gitanos
3.4. El despertar por una vida digna
3.5. La Ley de Vagos y Maleantes
3.6. Los flamencos republicanos

CAPÍTULO IV: LOS GITANOS EN LA GUERRA CIVIL DE 1936-1939. LA ZONA REPUBLICANA

4.1. El posicionamiento gitano al inicio del conflicto
4.2. La postura del bando republicano ante la comunidad gitana
    4.2.1. Los gitanos, objeto de repulsión para los republicanos
    4.2.2. La utilización del gitano como arma para desprestigiar al enemigo
    4.2.3. El alistamiento forzoso: coger un fusil o trabajar
    4.2.4. Los gitanos ambulantes: un problema para la retaguardia
    4.2.5. De los paseos a la justicia del pueblo
4.3. Los gitanos revolucionarios
    4.3.1. La redención del gitano a través del anarquismo
    4.3.2. Helios Gómez Rodríguez. Un gitano de pincel, fusil y lápiz
    4.3.3. Mariano Ramón Rodríguez Vázquez, Marianet
4.4. Los invisibles combatientes gitanos del bando republicano

CAPÍTULO V: LOS GITANOS EN LA GUERRA CIVIL DE 1936-1939. LA ZONA SUBLEVADA

5.1. El posicionamiento del bando sublevado ante el Pueblo Gitano
    5.1.1. La superioridad de la raza española
    5.1.2. La represión cotidiana contra la comunidad gitana
    5.1.3. El gitano en la propaganda y en las campañas de desprestigio del enemigo leal a la República
    5.1.4. Las alternativas del gitano: combatir o paredón
    5.1.5. Los paseos
5.2. La guerra de la postguerra
5.3. Exilio, represión, destierro y sumisión, cuatro cruces para una misma moneda
5.4. El exilio republicano y los campos de concentración franceses y alemanes
5.5. Los juicios del franquismo y los gitanos.

CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES DE INFORMACIÓN
DÓNDE COMPRARLO:
Conforme se distribuya el libro iremos añadiendo más.

martes, 1 de junio de 2021

LA JUSTICIA HERMANDINA Y LOS GITANOS. VALDEMORALES, 1757

Sentencia En la ciudad de Ciudad Real, en cuatro días del mes de junio de mil setecientos cincuenta y siete, el Sr. D. Luis Treviño Carvajal, alcalde de la Santa Hermandad Vieja de ella, habiendo visto estos autos, que son en tres partes, de la una Domingo Malla, Sebastián Jiménez, Francisco Santiago y Miguel Machuca, de la otra D. Miguel de Ochoa y Berna, fiscal de esta Santa Hermandad, sobre haber sido aprehendidos con sus mujeres, todos gitanos, que andaban en cuadrilla vagando, haciendo trueques y cambios de caballerías; dijo, que debía de amonestar y amonesto a los susodichos, que en adelante se abstengan de cometer excesos algunos en orden a su modo debido y trato, conteniéndose en sus vecindades que les están asignadas, sin hacer ausencia alguna que no sea precisa y con licencia expresa de sus respectivas justicias, todo con arreglo a lo prevenido por las reales pragmáticas y superiores órdenes despachadas para su observancia y cumplimiento, sin contravenir en ellas de manera alguna, con apercibimiento de que en su defecto se procederá contra los susodichos al más severo riguroso y ejemplar castigo, y a lo demás que por derecho haya lugar. Y por el justo motivo de proceder en esta causa, se les condena en las costas procesales de ella y en demás gastos que se hayan causado y causaren hasta su íntegro cumplimiento, en que por justos motivos los mancomuno a justa tasación; y consintiendo en esta determinación, hecho dichos pagos, sean sueltos de la prisión en que se hayan de la real cárcel de esta Santa Hermandad. Y por este mi auto en fuerza de definitivo, así lo pronuncio, mando y firmo, siendo testigos Gabriel Ruiz, Marcos Ramírez y Juan de Castilla, vecinos de esta dicha ciudad, con acuerdo del asesor de esta Santa Hermandad, de que doy fe = También firmo = D. Luis Antonio Treviño y Carvajal Archivo Histórico Nacional, Diversos-hermandades, leg. 51, exp. 13.
COMENTARIO: Esta es la sentencia que el alcalde de la Santa Hermandad de Ciudad Real dictó contra Domingo Malla, Sebastián Jiménez, Francisco Santiago y Miguel Machuca, por contravención a las reales pragmáticas promulgadas para señalar el modo de vida, ejercicio laboral y vivienda, que debía guardar la comunidad gitana en España. En ese año de 1757, aún se hallaban centenares de gitanos y gitanas sin libertad, como consecuencia a la Real Orden de 1749, por la que los hombres se recluyeron en arsenales de Marina, y las mujeres en casas de misericordia y en edificios habilitados para su prisión. Concedido una especie de indulto parcial por Real Orden de 28 de noviembre de 1749, quedaron retenidas al menos, un 40% de las personas que fueron capturadas en las redadas del verano de ese año, que con el fin de lograr su exterminio biológico, no habían logrado obtener informes favorables para conseguir su libertad. La legislación aplicable al Pueblo Gitano español tras dicha Real Orden, siguió siendo la Pragmática de 1717, junto con las reales provisiones de 1727, 1731 y 1738, la Real Cédula de 30 de octubre de 1745 y la Real Provisión de 7 de febrero de 1746, por la que se mandó distribuir a las familias gitanas en diversos vecindarios en proporción de “una a cada cien vecinos” en “calles separadas, sin consentir de manera alguna que haya dos en una sola calle”, debiendo velar sus justicias en “contener y reducir a vivir de su trabajo lícito, y muy particularmente a la uniformidad en el traje y lengua, sin permitirles distintivo alguno”, para lo que debían ser empadronados sin señalar ser gitanos “porque ni lo son, ni deben parecerlo en la lengua, ni en el traje”. Como complemento al control que las justicias locales debían observar hacia los gitanos, la Santa Hermandad asumió la vigilancia en caminos y despoblados, para lo que periódicamente se comisionaban ministros para perseguir a cuantos gitanos hallaran, con el pretexto de acusarles ir vagando, vendiendo y cambiando caballerías hurtadas. Para este cometido, la mayoría de las villas contaban con uno o dos alcaldes de Hermandad, quienes a su vez, nombraban como subordinado a un alguacil o cuadrillero. Respecto a los gitanos, el Santo Tribunal manchego tenía en 1708 una convicción generalizada de que “a este género de gente nunca les falta delitos”; además, por el sólo hecho de ser gitanos, ya era suficiente “para echarlos a galeras en donde tiene el rey falta de galeotes”. Un concepto de gitano que lo convirtió en su objetivo prioritario; de tal forma, que en 1711, la Santa Hermandad de Toledo así lo afirmó categóricamente, incluyéndose en los nombramientos de comisarios la facultad de perseguirlos. Tras la Guerra de Sucesión, la financiación de las salidas de los ministros hermandino para perseguir malhechores disminuyó considerablemente, pudiéndose mantener gracias a escasos ingresos procedentes de los repartos vecinales de los propios del Concejo y de las costas causadas por los procesos. Un privilegio éste último, que desde septiembre de 1678 había otorgado Carlos II, y que acabó favoreciendo un descarado abuso, pues acabó siendo habitual, el que los acusados por cualquier tipo de delito, terminaran siendo sancionados con el pago de las costas procesales, aun cuando no existían suficientes pruebas para determinar su culpabilidad. En el caso que nos ocupa, la rapiña de los ministros de la Santa Hermandad de Valdemorales es evidente. Los hechos tuvieron lugar la tarde del 30 de abril de 1757, cuando el escribano de dicha localidad, en uso de la comisión dada por Benito Pérez, teniente de alcalde de ese lugar, al ver llegar “una cuadrilla de gitanos y gitanas con caballerías menores y algunas armas blancas que consigo traían”, sospechó de inmediato que “venían vagantes de hacer trueques y cambios de caballerías”, en contravención de “las reales pragmáticas de su majestad”. Así, sin más procedimientos que su propia suspicacia incriminatoria, ordenó la prisión de los hombres gitanos, junto con el embargo de sus bienes, justificando dicha providencia, “en atención a la general queja a que en muchos pueblos se han dado al tiempo del paso invasión que se ha hecho de lo mucho que por ellos frecuentan, y experiencia que se tiene de los hurtos de caballerías que cada día ejecutan, sin que por los señores justicias ordinarias se procure el contener sus excesos, llevados al temor que se dice tener a dichos gitanos y gitanas, para no experimentar mayores daños”. De esta forma, sin previo aviso, se arrojaron sobre los desprevenidos gitanos y excepto uno, todos fueron capturados sin tener en cuenta las licencias que en regla portaban tanto Domingo Malla como Francisco Santiago, no pudiendo hacer la misma demostración Sebastián Jiménez y Miguel Machuca, según dijeron, por haberlas perdido durante la trifulca que se produjo durante la detención. Presentados testigos inculpatorios, sus testimonios sólo revelan vaguedades y prejuicios antigitanos, sin ser testigos directos de los hechos delictivos y contrarios a la Pragmática que se les imputaban. Uno de ellos, por ejemplo, el de Francisco Gea, resulta bien tendencioso y sin carga acusadora: “sabe y le consta haberse puesto en prisión cuatro gitanos de orden del tribunal de la Santa Hermandad de Ciudad Real, que según está entendido venían de otros pueblos en cuadrilla, y en su compañía bastantes gitanas trayendo caballerías menores. Y de ellos sabe que el uno se llama Francisco, cuyo apellido ignora, al que ha visto venir muchas veces a este dicho lugar; otro se llama Domingo, que ignora su apellido, que ha oído decir es vecino de la villa de Zafra, y no sabe la vecindad del primero, y los otros dos compañeros no tiene conocimiento de sus personas ni hace memoria de haberlos visto, y sí a una gitana que este día había visto así mismo que pasé por este dicho lugar cruzando por la orilla de el con su marido y otro gitano en su compañía, como otros muchos que también han estado y pasado. Siendo su modo de vida el hacer trueques y cambios de caballerías, sin otro ejercicio, y también ha oído decir que de tiempo a esta parte, se han hecho varios hurtos de caballerías en pueblos de esta inmediación por los gitanos que a ellos concurren, pero no puede asegurar hayan sido ejecutados por los dichos presos, de que se ha causado bastante perjuicio por lo referido y mucha frecuencia que se experimenta de dichos gitanos, en particular en pueblos de corto vecindario”. A lo largo de más de un mes se sucedieron testigos de una y otra parte, que no hicieron más que engordar la sumaria y con ello los gastos del proceso. Finalmente, el alcalde de la Hermandad de Ciudad Real dictó una sentencia mancomunada con un simple apercibimiento y condena en costas, sin tener en cuenta la individualidad de cada reo. Francisco y Domingo, portadores de licencias en regla y con testimonios favorables del cura y vecinos influyentes de su vecindario, desistieron de apelar y se allanaron a la pena impuesta, desconfiando de una justicia que le había hecho perder unas caballerías, que con su venta, pretendían pagar “los repartimientos que por la villa se le hacen de contribuciones reales y otras deudas”. Finalmente, el 6 de mayo, sin haberse hecho tasación alguna de las costas causadas, se procedió a la subasta de los bienes embargados.

sábado, 1 de mayo de 2021

EL ANTIGITANISMO DEL PADRE SANCTI SPÍRITUS Y EL DEBATE DE LA EXPULSIÓN (1610)

“En las villas de Navares del Medio y de Navares de las Cuevas, han estado y están gitanos que con sus robos, latrocinios y muertes, tienen escandalizados y distraída la tierra. Como hay remedio para dichas insolencias y pecados, hállalo para esto, mandando que salgan del reino como salen los moriscos, porque en esto recibirá el reino gran beneficio, así en lo temporal como en lo espiritual, porque demás que son manifiestamente ladrones, viven con mal ejemplo, enseñan malas costumbres y dan bastante sospecha. Si tienen, será particular, puesto que no viven como cristianos. Además de esto, hay presunción que muchos de los que andan como gitanos son moriscos. Y aunque es verdad que por las leyes y pragmáticas del reino tienen los tales, grandes penas por solo ser vagantes y gente perjudicial, pero la mucha astucia que tienen en huir, disfrazarse, declinar jurisdicciones y engañar a las mismas justicias, es causa que no se ejecute cosa alguna en ellos y estén siempre los daños en pie, particularmente andando ellos como andan de ordinario por aldeas de poca vecindad. Excusándose con decir que tienen oficios, y los que tienen de ordinario, es hacer barrenas y otros instrumentos más a propósito para sus robos que para su sustentación. Y dado caso que la última Pragmática que contra ellos se publicó en Madrid el año pasado (de que labrasen la tierra), que hicieron avecindarse en algunos hogares, sería imposible que dejen por eso de robar y de ser ladrones, por la natural inclinación y mal hábito que tienen, y con que de pequeños se crían. Y así será importantísimo usar con ellos del rigor que se ha usado con los moriscos”.
COMENTARIO Para entender el contexto que justificó el memorial del padre Sancti Spíritus, hay que remontarse al reinado de Felipe II, pues marcó el devenir de la represión que se desarrollaría a lo largo del siglo XVII, ya que además de impulsar la pena de galeras, en 1586 limitó las actividades comerciales de los gitanos, prohibiéndoseles cualquier venta que no estuviera registrada en un testimonio público; y en caso de hacerlo así, todo aquello que vendieran se consideraría robado. Poco más tarde, tras las propuestas que en marzo de 1594 presentaron Jerónimo de Salamanca y Martín de Porras en las Cortes de Castilla, con el propósito de ejecutar un exterminio biológico, el asunto gitano quedó en manos de una comisión que se encargara lo que se debía hacer. Mientras tanto, se mantuvieron las restricciones en abril del año siguiente, entre ellas, la denegación de licencias de salidas por parte de las justicias del reino, a fin de consolidar los vecindarios cerrados. Una política represiva que sin embargo, no era suficiente para procuradores como Juan Suárez, representante por la ciudad de Cuenca en Cortes, quien el 5 de abril de 1596, pidió que los moriscos y gitanos se repartieran por vecindades y se ejercitaran exclusivamente en el campo, donde debían servir “a labradores y criadores”; una propuesta que constituyó el primer intento por reducir al gitano al trabajo de la tierra, como única ocupación posible para su supervivencia. Igualmente, Castillo de Bovadilla en su Política para Corregidores… publicada al año siguiente, aunque no habla de destinar a los gitanos a la labranza, sí aconsejó a las justicias y corregidores, que no se consintieran en sus jurisdicciones, a aquellos gitanos y gitanas que se hallaran “sin amos, o sin oficios”. Tras una engañosa tregua que dio un pequeño respiro a la comunidad gitana, a partir de 1603 se volvió a recrudecer el acoso en el seno del Consejo de Castilla, en donde se presentó un memorial pidiendo agravar las penas previstas para contener los “excesos” de los gitanos; y, sólo tres meses más tarde, otra exposición similar incidió en que los gitanos no constituían un grupo étnico, sino gente vagabunda que tomaban esa forma de vida dedicada a todo tipo de delitos y hurtos, haciendo mucho daño a los labradores. En julio de ese mismo año, en las Cortes de Valladolid celebradas entre 1603 y 1604, se estudió un memorial proponía nuevamente un exterminio biológico por medio de la separación por sexos de los diferentes miembros de la comunidad gitana, a fin de que las mujeres sólo pudieran engendrar con personas no gitanas. En cuanto a los hijos, una vez separados de sus padres, debían ser educados cristianamente, para que una vez cumplidos los diez años, ser puestos a aprender un oficio. El proyecto, aunque no se aprobó, sí resucitó el proyecto de expulsión, solicitándose el 7 de julio de ese año al rey, que fuera “servido de mandar, agravando las penas, se salgan de estos reinos dentro de un breve tiempo, porque demás de quitar este abuso de gitanos, muchos que se valen del nombre para ejecutar sus malas inclinaciones”. El gitano, considerado incorregible por ser natural en él cuantos defectos se le achacaban, parecía estar irremediablemente condenado a abandonar forzosamente los territorios de la corona. Un destino que por el momento pudo sortear, al pasar el tema gitano a un segundo plano, al darse prioridad a la cuestión morisca. Aun así, el hostigamiento, aunque con menos intensidad, se mantuvo a través de personajes como Alonso de Ulloa, regidor de la localidad de Toro y representante de esta ciudad en las Cortes de Castilla, al proponer en 1607 “para el remedio de los gitanos”, se volviera a reactivar la cuestión gitana, consiguiendo que se nombrara una comisión, que formada por Juan Coello de Contreras y García de Porras, redactara un informe sobre la forma más conveniente con qué actuar.
En tanto dicha comisión estudiaba las medidas a emprender, las quejas no dejaron de llegar, lo que como en ocasiones anteriores, volvían a reabrir nuevas y viejas propuestas; en este caso, la súplica elevada al rey, pretendió que se dispusiera lo conveniente “para que los gitanos salgan de estos reinos, con que cesarán los daños y robos que hacen”. Sin embargo, estándose en espera de que la comisión emitiera un informe, que hasta 1609 se demoró. Un año que fue crucial en la historia del Pueblo Gitano, ya que la solución asimiladora comenzó a ganar peso, en contra de la expulsión o el exterminio biológico, tal como parece entreverse en la disposición que en agosto de ese año dio la Sala de Alcaldes de Corte de Madrid, a fin de que el “gran número de gitanos y gitanas” que se decía vagaban sin trabajo conocido por dicha Corte, se les dedicara a “oficios tocantes a la labranza y cultura de la tierra y no puedan ser trajineros ni hacer oficio de mercaderes ni de ningún género de mercancía ni tengas tiendas de mercería ni de otras cosas”. Como respuesta a esta disposición, el Consejo mandó condenar a galeras a todos aquellos que tuvieran por culpa ejercer un empleo diferente al cultivo de la tierra, mientras que las Cortes de Castilla, sólo se limitaron a reiterar se vigilaran las costumbres de los gitanos para ver si cumplen los mandamientos de la Iglesia. A pesar de estas tibias medidas, la expulsión de los gitanos tomó cuerpo nada más concluir la que se realizó con los moriscos, por cuanto Felipe III acabó aceptándola en el verano de 1610, al considerar que “andan en España mucha cantidad de Gitanos y particularmente por acá en Castilla, y por ser gente tan perniciosa y que solo trata de hurtar”. Una decisión que el duque de Lerma se encargó de trasladar al Consejo de Castilla, al tiempo que expresaba su duda sobre si habría que encargarse la operación al Consejo de Estado o a la Sala de Gobierno, en cuyo último caso, debería encargarse la operación al conde de Salazar, quien había realizado con éxito la de los moriscos, así como, por estimar que con los gitanos era necesario emplear “mayor rigor, por ser gente perdida y que de ordinario viven en el campo”. También en esta ocasión, el Pueblo Gitano pudo eludir no obstante la expulsión, ya que acabó siendo desechada por los nefastos efectos que produjo la de los moriscos. Una crisis demográfica que se agravó por las epidemias de peste. La despoblación del campo fue tal, que se quiso solventar con mano de obra gitana, para lo que se restringió su actividad laboral únicamente a las labores del campo, sin tenerse en cuenta, su desconocimiento de las técnicas agrícolas, y sobre todo, su imposibilidad económica para acceder a la propiedad de la tierra. De esta forma, la repoblación del reino de Granada acabó convirtiéndose en una gran oportunidad perdida –como lo será también con ocasión de la colonización de Sierra Morena-, al empeñarse la Corona en mantener su política represiva para eliminar la otredad gitana, sin preocuparse por facilitar mecanismos con las que superar la gran paradoja que suponía la obligación de avecindarse y el rechazo vecinal para obtener dicha vecindad, por considerarles indeseables. Además, tampoco hubo facilidades para afrontar la precariedad del mercado laboral, ya que reducidos a la condición de braceros, quedaron a expensas de las crisis agrarias y los patrones, siempre reacios a contratar a los gitanos. De esta forma, el gitano quedó sometido a la disyuntiva de transgredir la ley para poder sobrevivir, o acatarla y quedar a expensas de las hambrunas que de forma intermitente asolaban la Península, sin posibilidad de buscarse la vida en otros lugares donde no hubiera escasez, como lo hacían sus vecinos no gitanos, sin ninguna restricción de movimientos.

domingo, 25 de abril de 2021

RESEÑA DEL LIBRO DE ISMAEL CORTÉS: SUEÑOS Y SOMBRAS SOBRE LOS GITANOS. LA ACTUALIDAD DE UN RACISMO HISTÓRICO

Este libro, el primero que de forma monográfica trata el antigitanismo, constituye una especie de libro de cabecera, imprescindible para comprender las diferentes formas de discriminación contra el Pueblo Gitano a través de un sistema simbólico de jerarquización étnico-racial que regula las relaciones entre personas gitanas y no gitanas a todos los niveles.
Ismael Cortés se sumerge en sus raíces para intentar explicar, cómo este fenómeno afecta al Pueblo Gitano hoy en día. Para ello, hace un recorrido histórico desde sus orígenes, hasta alcanzar la actualidad rastreando su huella en la prensa y en el cine. Partiendo de un análisis sobre las diferentes acepciones y perspectivas que se le ha venido dando a este término. Ismael Cortés desgrana los principales hitos que han marcado la frágil existencia de la comunidad gitana. Un conflicto étnico que a través de una represión sistemática, que acometida periódicamente con mayor o menor virulencia a través del tiempo mediante la criminalización, castigos corporales, la expulsión y las prisiones específicas de gitanos por orden general, tuvo como objeto en la mayor parte de los casos, cumplir unos fines utilitaristas de Estado, que justificados por un racismo que naturalizó la invisibilidad gitana a través de su estigmatización, impidió toda posibilidad de abandonar su condición marginal y de pobreza, privando al Pueblo Gitano de los avances sociales y económicos, que sí en cambio, pudieron obtener el resto de sus compatriotas españoles. Fruto de este pasado, es la situación presente, en la que el Pueblo Gitano comienza a combatir esa pesada losa de prejuicios y estereotipos, rehusando seguir siendo la carne de cañón, la carnaza, de la que se nutren diferentes sectores sociales y líderes políticos para mantenerlo excluido de los órganos de decisión y de los avances socioeconómicos, condenándolos al silencio y a la invisibilidad. Entre los diversos medios que propagan y consolidan el Antigitanismo, Ismael Cortés hace mayor hincapié en la prensa, de la que ha analizado un centenar de artículos en los que detecta un fuerte carácter peyorativo y criminológico hacia la comunidad gitana. Un corpus estigmatizador que refuerza la imagen negativa del gitano y que contribuye a hacer aún más complejo este fenómeno tan fuertemente arraigado en la sociedad española, que por ser de carácter estructural, su solución pasa por combatir el racismo en general y el antigitanismo en particular, a fin de proporcionar los mecanismos necesarios para emprender reformas estructurales, especialmente necesarias en campos tan esenciales como la educación y el código penal. Una tarea en la que Ismael Cortés ha pasado de las palabras a los hechos, emprendiendo junto a las diputadas Beatriz Carrillo y Sara Giménez, la creación de la primera comisión parlamentaria con la que alcanzar un Pacto contra el Antigitanismo y definir una estrategia de Estado contra el Antigitanismo, así como informar sobre la nueva estrategia nacional para la Igualdad, la Participación y la Inclusión del Pueblo Gitano, con el reconocimiento de la historia gitana y los procesos de reparación y reconciliación. Por último, volver a destacar la trascendencia e importancia de este libro, pues lejos de ser meramente descriptico, se confiere práctico y revelador. Su autor facilita una valiosa guía para saber afrontar el antigitanismo en aras de una mejor convivencia intercultural, donde la cultura gitana pueda formar parte de la amplia diversidad existente, no sólo en la sociedad española, sino también en la europea por su dimensión transnacional.

jueves, 1 de abril de 2021

EL “VENERABLE” ANTIGITANISMO DEL PADRE MANJÓN, FUNDADOR DE LAS ESCUELAS DEL AVE MARÍA

En el gitano predomina el individualismo más exagerado: las palabras humanidad, patria, religión, civilización, cultura y otras, carecen de sentido para él; de la sociedad sólo conocen la familia y algo de la tribu, pero salvo siempre el yo, un yo brutal, un egoísmo animal, un liberalismo salvaje, parecido al que nos regaló e inventó la sociología de Juan Jacobo y compañía. Tienen los gitanos alma como nosotros, pero más animalizada o menos espiritualizada; tienen corazón, pero sin sacrificarse por ellos, pues a la sociedad toca mantenerlos, a ellos engendrarlos y explotarlos; tienen los varones mujeres, pero con la obligación de mantenerlos; tienen las hembras varón, pero para darle de comer y fumar y visitarle y regalarle, si cae preso; tienen talento natural, pero sin elevaciones ni9 abstracciones e ideas generales, sólo para lo individual, singular y concreto, para la sagacidad de la zorra y el negocio; tienen amistad, pero sin sacrificios, para explotarla, no para servirla; tienen amor sexual y poco más que sexual, al formar pareja, que eligen sin esperar consentimiento de padres ni formalidades civiles ni religiosas; tienen ocupaciones fáciles y móviles, como el esquilar bestias y tratar en ellas, y el de hacer cestos y vender trapos. Algunos son carniceros, herreros en pequeño y trabajadores del campo, pero los más son merodeadores y parasitarios. Cuando saludan, piden; cuando no hay presencia de amo, toman; cuando toman, mienten; cuando vienen los guardias, huyen; y están más a gusto en chozas que en palacios, en cuevas que en casas, en el campo y la selva que en la ciudad; son hombres que en todo han venido a menos, y esta pobreza o depauperación se ha hecho en ellos hereditaria. La raza gitana es una raza humana degenerada. TEXTO EXTRAÍDO DE EL GITANO ET ULTRA
COMENTARIO El Papa Francisco anunció el 23 de noviembre pasado durante su audiencia con monseñor Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, la autorización para que dicha Congregación promulgue el decreto de virtudes heroicas de Andrés Manjón y Manjón, sacerdote y fundador de las Escuelas del Ave María en Granada. Una causa que se sigue en la Archidiócesis de Granada, y que implica de momento, pasar de denominársele «siervo de Dios» a «venerable». De esta forma, Manjón viene a sumarse al grupo de personajes antigitanos que aspiran a alcanzar la beatificación, como Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, responsables de la primera medida represora contra la comunidad gitana española. El canónigo Andrés Manjón fundó en 1889 la primera escuela del Ave María en un carmen del Sacromonte granadino, donde se impartió enseñanza gratuita a los hijos de familias pobres, en su mayor parte gitanas, con el fin de regenerarlos e integrarlos en la sociedad. En un ambiente alegre, nacionalista y profundamente católico, la enseñanza de la religión fue el centro de su pedagogía, donde el maestro prestaba un servicio a Dios y al hombre para formar perfectos cristianos y españoles. De la Escuela Nueva tomó el valor didáctico del juego y el trabajo manual, así como el contacto con la naturaleza y la aspiración a una educación integral. En cambio, rechazó muchos planteamientos pedagógicos renovadores de calado social que se basaban en el laicismo, la coeducación y la igualdad entre hombres y mujeres. Décadas después, los responsables educativos del franquismo, en su afán por borrar cualquier atisbo de la República e instaurar en su lugar el nacionalcatolicismo, hicieron de Manjón un personaje mítico y lo impregnaron de virtudes humanas y pedagógicas, convirtiéndolo en un pionero de la Escuela Nueva, para lo cual ocultaron sus planteamientos más reaccionarios y antigitanos. En efecto, Manjón consideraba que los gitanos constituían una «raza» degenerada y sin cultivar, tal como se desprende de su obra El gitano et ultra. Hojas de educación social et ultra del Ave María, publicada en 1921, donde se dice: «El gitano es un hombre y ciudadano en decadencia: lo es en la sangre, ideas, costumbres, instituciones, medios de vida y en todo su modo de ser, viviendo aparte de la sociedad culta y sin confundirse con ella, por lo que le considera como un inadaptado y no asimilable al modo de ser del mundo civilizado, respecto del cual es un extraño, un acivilizado, un ser extrasocial, una verruga que hasta ahora no ha podido extirparse». El libro gira en torno a la idea de la existencia de tres tipos de personas: los gitanos –cargados de defectos «por su raza»–; los «ultragitanos» –socialistas, anarquistas republicanos, laicistas..., que toman los defectos de los gitanos por libre elección–; y los auténticos cristianos y españoles. Por último, y como muestra de la repercusión de sus ideas en la sociedad actual, concretamente en el campo educativo, hemos de hablar de su parte de responsabilidad en cuanto a la inculpación étnica y paternalismo que impera aun hoy día, y que atribuye al gitano toda la responsabilidad y culpa de la situación en que se encuentra en la sociedad, pues consideraba que se automarginaba y despreciaba la educación, eludiendo toda posibilidad de convertirse en miembros útiles, causa por la que era preciso adoptar una estrategia basada en una especie de tutela, para en sus propias palabras, «conllevarles», y convencerles de que abandonasen su forma de vida, con lo que se lograría el adoctrinamiento con el que lograr la completa aculturación que durante tantos siglos había fracasado. Por todo lo anteriormente expuesto, se ha iniciado una campaña de recogida de firmas dirigidas a la Congregación para las Causas de los Santos, para que reconsidere su propuesta de beatificación, ya que existen otros personajes más idóneos que merecen ser beatificados. En caso de proseguir y completar el proceso, la Iglesia acabaría asumiendo el pensamiento antigitano de Manjón e iría contracorriente respecto al nuevo marco de inclusión del Pueblo Gitano que prevé introducir una sección sobre cultura e historia gitana, con lo que seguiría manteniéndose ajena a la reparación histórica de la comunidad gitana, poniendo en los altares a un personaje que ha constituido un hito dentro del antigitanismo histórico, como también lo han sido otros eclesiásticos como Gaspar Vázquez de Tablada y Sancho de Moncada, por poner sólo dos casos. PARA FIRMAR PIDIENDO SU NO BEATIFICACIÓN, PINCHAR EN EL SIGUIENTE ENLACE: http://chng.it/wn5GHNHP


MÁS INFORMACIÓN:

martes, 30 de marzo de 2021

HISTORIA DE LOS GITANOS ESPAÑOLES. Sesión séptima: La Gran Redada y el Proyecto de Exterminio de 1749 (segunda parte). La Pragmática de 1783

HISTORIA DE LOS GITANOS ESPAÑOLES. Sesión sexta: La Gran Redada y el Proyecto de Exterminio de 1749 (primera parte)

HISTORIA DE LOS GITANOS ESPAÑOLES. Sesión quinta: Siglo XVII. El inicio de la política de asimilación

HISTORIA DE LOS GITANOS ESPAÑOLES. Tercera sesión: Siglo XVI. Gitanos, moriscos y Tercios de Flandes

HISTORIA DE LOS GITANOS ESPAÑOLES. Cuarta sesión: Siglo XVII. El periodo de la duda: expulsión o exterminio

HISTORIA DE LOS GITANOS ESPAÑOLES. Segunda sesión: Siglo XVI. Represión y utilitarismo de Estado: galeras y minas

HISTORIA DE LOS GITANOS ESPAÑOLES. Primera sesión: De la India a España

martes, 2 de marzo de 2021

DE LA PRAGMÁTICA DE 1499 A LA SOLUCIÓN FINAL DE EXTERMINIO DEL PUEBLO GITANO DE ESPAÑA EN 1749

 Exhorto:

Don Francisco José de Béjar, abogado de los Reales Consejos, alcalde mayor por S.M de esta ciudad, corregidos y superintendente de rentas interino de ella = Al Sr. D. Juan Gaspar de Cañas Trujillo, presbítero Vicario de las iglesias de esta ciudad -Puerto de Santa María-, y que hace oficio de juez eclesiástico en ella. Hago saber cómo en virtud de Real Orden de Su Majestad, Dios le guarde, en instrucciones que las acompañan comunicadas por el Ilmo. Sr. Gobernador de Castilla, estoy entendiendo en la prisión de todos los gitanos y gitanas que en fuerza de reales provisiones se hallan avecindados en este pueblo, ordenándole que a los hombres y muchachos de siete años arriba se pongan en La Carraca, y a las mujeres con los de menor edad en la ciudad de Málaga, previniéndose igualmente que en caso de que alguno de los que se  han de prender se hallare en sagrado o se retrajere a él, se le ha de extraer, a cuyo fin acompañaba a la instrucción, carta del Sr. Obispo con un ejemplar del despacho expedido por el Ilmo. Sr. Nuncio para la extracción de los gitanos de sagrado y conducirlos a los presidios u otra alguna reclusión segura. Y habiéndose puesto en ejecución dicha Real Orden y asegurándose en la cárcel pública las personas que de todos sexos y edades pudieron ser habidas de esta gente, parece que D. Joaquín de Mendoza, coronel de los ejércitos de Su Majestad y teniente coronel del regimiento de caballería de Alcántara, y comandante nombrado del destacamento que para dichas prisiones y destinos de los gitanos se ha señalado por lo perteneciente a este pueblo, para auxiliar la Real Jurisdicción, noticioso de que en el convento del Sr. San Francisco de Paula, extramuros de esta ciudad se hallaban refugiados algunos gitanos y gitanas, pasó a él, y de acuerdo con el Reverendo Corrector y bajo de palabra de honor, y ofreciéndole que se entregaría al Sr. Juez eclesiástico la correspondiente caución juratoria, sacó de dicho convento la mañana del día 31 del próximo mes pasado, los gitanos y gitanas siguientes:

Sebastián de los Reyes, alias El Duende.

Manuel de los Reyes, su hijo.

Manuela de Vargas, mujer de Juan Ponce.

Isabel Ponce, hija de los antecedentes.

Josefa de Heredia y Oliva, viuda de Tomás Arcario.

Juan Matías.

Gaspara María.

Salvadora Isabel, todos 3 hijos de los antecedentes.

Alonso de la Oliva, hijo de Bartolomé.

Luisa de la Oliva, mujer de Francisco Suárez.

María Jiménez, alias Luisa María, alias Marrisola, mujer de Pascual Medrano.

Francisca María Cruz, alias Luisa María, soltera.

Antonia Maldonado.

 

Iglesia de San Francisco en Puerto de Santa María


COMENTARIO:

Justo 250 años después de la Pragmática de los Reyes Católicos, el 30 de julio de 1749 dio comienzo un proyecto de exterminio biológico -genocidio en términos modernos- contra el Pueblo Gitano de España, punto final de un proceso durante el cual, casi dos centenares de reales decretos, provisiones reales, pragmáticas, órdenes reales y demás disposiciones de mayor o menor rango, pretendieron: primero, su asentamiento fijo; luego a no tener más ocupación que el de la agricultura, sin que tuvieran conocimientos ni medios para acceder a la propiedad de la tierra; siguieron las diferentes estrategias para aculturarlos, como fue la prohibición de utilizar su lengua, traje y forma de vida, negándoles su identidad como etnia y cultura. Una trayectoria represiva durante la cual, el gitano, como poseedor de una imagen denostada, deshumanizada, repleta de caracteres peyorativos y con la etiqueta de delincuente potencial desde su mismo nacimiento, se convirtió en chivo expiatorio, en una víctima propiciatoria del utilitarismo estatal de las condenas, que le convirtió en un inquilino asiduo de las galeras, arsenales, minas de Almadén, presidios y obras públicas, hasta que finalmente se determinó la solución final: la expulsión o el exterminio.

Aunque inicialmente se proyectó la expulsión de todos los gitanos, se acabó por desarrollar un proyecto de exterminio biológico, por el que hombres y mujeres fueron separados de por vida, con el propósito de evitar la regeneración de la etnia. Los niños pequeños debían permanecer junto a sus madres hasta los siete años, edad a partir de la cual, debían compartir el destino de los hombres. Para conseguir tan cruel plan, se debía realizar en el más profundo secretismo, una redada general en un mismo día y a la misma hora. Con todo detalle se planificó la forma en que se debía ejecutar, e incluso el modo de proceder en caso de que alguno lograra refugiarse en sagrado e invocar la inmunidad eclesiástica. Un derecho que el Vaticano le retiró en 1748, y que permitió la captura de cuantos buscaron la protección de la Iglesia.

Interior de la iglesia de San Francisco


La redada y proyecto de exterminio de 1749, confiere a España como la precursora de este tipo de proyectos, al menos en la Europa Occidental. Un camino que acabó confluyendo dos siglos más tarde con el holocausto nazi.

lunes, 1 de febrero de 2021

HEROES GITANOS EN LA HISTORIA DE ESPAÑA. INVISIBILIZADOS Y OLVIDADOS

 

Elogio al gitano Celestino Batista

     Ha salvado a diez personas de perecer ahogadas y su gesto debe ser recompensado por la Sociedad

Si ustedes van a Blanes y preguntan por Celestino Batista Mora, el gitano, todo el mundo sabrá darle razón de su domicilio. Yo creo que incluso los extranjeros lo conocen. Celestino es un hombre con el físico de un luchador. Alto, quizás llegue al metro noventa, anchas espaldas, bien proporcionado. Vive con su mujer y dos hijos, en una casa enclavada en el barrio del Sabanell, cerca del mar. Este hombre hace unos días saltó al plano de la actualidad por haber salvado la vida a un holandés, dándose la circunstancia que era el noveno salvamento que efectuaba en el transcurso de unos pocos años. Indudablemente, Celestino es noticia y de las buenas. Empero, él, no le da importancia a la cosa. Vean como se expresa:

—Exactamente no sé si son nueve o diez los que he sacado del agua.

—¿Quién le ha adiestrado en salvamentos?

—Nadie. Todo es cuestión de llegar a tiempo.

-         ¿Y no ha pasado jamás apuros?

—Hasta ahora, no señor.

—¿Recuerda especialmente algún salvamento?

—Más o menos siempre es lo mismo. Una persona debatiéndose contra las olas que lucha por mantener la cabeza a flote; los brazos se mueven sin orden ni concierto; las manos se crispan como si quisieran agarrarse al aire...

—¿Gritan...?

—No, no pueden, pues se les llena la boca de agua. Deben pasar un mal rato. —¿Algún salvamento especialmente dificultoso?

—El año pasado fui a sacar a una chica y cuando la estaba arrastrando noté que agarrada a sus pies y sumergida dentro el agua iba otro cuerpo. Los saqué los dos y resultaron ser dos hermanas mellizas de Tordera. Una había ido a salvar a la otra y, lo que pasa en estos casos, por poco se ahogan las dos.

—¿Tiene mucha fuerza una persona cuando se está ahogando? —Muchísima más que la normal.

—¿A qué se deben sus repetidos salvamentos?

—Pura coincidencia. Cuando veo el mar que está más movido de la cuenta, espero lo peor. Rara vez falla. Algún bañista demasiado intrépido se adentra y luego no puede regresar.

—¿Y usted en su búsqueda...?

—Es de obligación hacerlo.

—Su último salvamento fue un holandés, Mr. Joseph Maydet...

—Sí, y recuerdo exactamente cómo fue la cosa. Aquel día yo tenía descanso en la barca y hacía unas horas en una obra cercana a la playa. De repente vi como a unos 20 metros de la arena a un hombre dando grandes brazadas en dirección a tierra, pero no avanzaba porque la corriente le impulsaba mar adentro. Llegó una ola gigante, lo alzó al aire y lo empujó violentamente contra la arena. El golpe debió ser muy fuerte, pues quedó conmocionado y flotando vi cómo se adentraba de nuevo hacia el mar. Un minuto más y hubiese sido tarde. No vacilé. Vestido me lancé y lo saqué. Le hicimos respiración artificial y al poco rato reaccionó. Luego vimos que tenía los dientes rotos a consecuencia del golpe contra la arena.

—¿Son agradecidas las personas que salva?

—Sí, todas me han dado las gracias.

—¿Y nada más...?

—Jamás he aceptado dinero. El señor holandés quería darme una recompensa y casi se enfadó cuando le dije que no podía aceptarla.

No quiero dinero, pues no salvo a las personas por negocio.

     Así es y así habla Celestino. Un gitano nacido en Canet de Mar y que llegó a Blanes cuando apenas tenía dos años. Tiene 35 años y un corazón que no le cabe en su enorme cuerpo.

     Este hombre que ha salvado, arriesgando su vida, a diez personas, hasta la fecha permanece en el anonimato. A veces la sociedad es ingrata para con sus semejantes. El no se queja, y se sorprendió cuando fuimos a visitarle.

     Creemos que es llegado el momento de que la Sociedad salde su deuda y de que públicamente se reconozca su servicio y su bondad. Celestino jamás ha pedido ni aceptado nada; somos nosotros quienes debemos dar el primer paso. Es el Ayuntamiento de Blanes quien debería interesarse cerca de la superioridad para que, como mínimo, Celestino pudiera lucir sobre su robusto pecho la Medalla del Salvamento. Rescatar diez vidas, del mar no es cosa corriente.

 


 

COMENTARIO:

     La historia del Pueblo Gitano en España está escrita principalmente sobre un conjunto amorfo de miembros de una etnia y cultura. Igual se ha venido haciendo desde los medios de comunicación, donde la individualidad, cuando se destaca, lo más usual es para señalar aspectos negativos, que finalmente acaban extendiéndose al total de la comunidad gitana. Es decir, el gitano o gitana que hace algo positivo y digno de alabanza, su acción queda ahí, en su persona, no trasciende al grupo; en cambio, cuando hace algo mal, ya no se habla de un gitano, se habla de los gitanos, estigmatizando y deshumanizando como se ha venido haciendo desde el siglo XV.

Entre los muchos casos de gitanos que han dado muestras de aspectos positivos en su comportamiento o que han sobresalido por su fortaleza de ánimo, por falta de espacio sólo hablaremos de unos pocos gitanos y gitanas que han destacado, y que creemos son representativos para cumplir el objetivo  de esta publicación.

     Sorprende mucho, pero apenas se investiga, la participación de los gitanos en los Tercios de Flandes. Cientos, puede que más de un millar de combatientes gitanos lucharon en los Tercios en diferentes escenarios: Granada, Italia y Flandes. Muchos de sus nombres han salido a la luz: Rodrigo Belardo;  Santiago, Pedro, Francisco, Juan, Alonso y Salvador Maldonado; Antonio de Malla, Baltasar de Bustamante, Baltasar de Rocamora, Juan de Montoya, Andrés de Flores y Marcos de Flores; Carlos de Bustamante, Francisco del Campo, Gaspar de Ribera Baltasar Montoya, Juan de la Calle, Sebastián de Soto, Santiago Maldonado, y así un largo etcétera de soldados anónimos que sufrieron en su cuerpo todo tipo de heridas, cuando no la muerte, sirviendo a unos reyes que no dejaron de acosar legislativamente a su pueblo.



     Otros, como el sevillano Bartolomé Jiménez, dieron muestras de fortaleza y ejemplo de superación para sobrevivir a la adversidad. Es uno de los pocos forzados de galeras que lograron salir con vida de dos condenas al remo; la última, de diez años, impuesta por  la Audiencia de Sevilla. Una pena que se imponía en numerosas ocasiones por el solo hecho de ser gitano y que prácticamente equivalía a una sentencia de muerte, por agotamiento, enfermedad o hundimiento de la galera en una tempestad o en batallas como Lepanto, donde para mayor gloria de España murieron tantos forzados y esclavos, cuyos nombres solo los conoce el fondo del mar.

Bartolomé no fue el único, también lo consiguieron entre otros Juan de Heredia, Sebastián de Heredia Bustamante, Juan Descós, Francisco Cortés, Francisco de Flores, Vicente Munerris, José Escudero, Miguel Pubil y probablemente muchos más, pues el estudio no abarca completamente toda la etapa de galeras.

    

        Ejemplos de lealtad y obediencia hacia su rey hay pocos casos. Uno de ellos fue protagonizado por los gitanos de Vélez Málaga en los instantes iniciales de la redada de 1749 que acabó desembocando en un proyecto de exterminio –lo que hoy en día llamamos genocidio-. Sabedores que en otros lugares se estaba produciendo la prisión generalizada de su población gitana, en lugar de huir, decidieron presentarse ante el asombro de los soldados y encaminarse voluntariamente a la cárcel de dicha población sin ofrecer ningún tipo de resistencia, pues según manifestaron que «ya sabían se les habían de prender, y que desde luego venían  a que S.M. les mandase donde había de ir». Una lección que resonaba desde hacía siglos en el Cantar del mío Cid, en su verso veinte: «¡Dios, qué buen vasallosi tuviese buen señor. Desde luego, Fernando VI dejaba mucho que desear.

     Mayor invisibilidad y olvido se produjo no obstante en el caso de las mujeres gitanas, ejes vertebrales de la sociedad gitana, transmisoras de su cultura y soportes de la unidad familiar cuando el hombre faltaba. Su valentía y decisión recorrieron los polvorientos caminos que llevaban a los puertos donde se hallaban las galeras, a las minas de Almadén o a los arsenales donde penaban sus padres, maridos y hermanos. Polonia de Torres y Magdalena de Malla son dos ejemplos de estas mujeres gitanas, que debieron no solo evitar los peligros de ir solas por los caminos, sino también, sortear la acción de cuantas justicias celosas en el cumplimiento de las leyes antigitanas, o bien, para aprovechar la ocasión conseguir otros fines menos legales.

     La reclusión separada de hombre y mujeres durante el proyecto de exterminio, dio ocasión para muchas historias, episodios que hablan de lucha por lograr el valor más valioso del ser humano, además de la vida; hablamos de la libertad, algo que quisieron recuperar los gitanos y gitanas de mediados del siglo XVIII por cuantos medios tuvieron a su alcance, con tanta persistencia como la que empleó Rosa Cortés, una heroína almeriense que, que con paciencia y un simple clavo, logró abrir un boquete por el que escapar de su encierro en la Casa de Misericordia de Zaragoza junto a decenas de compañeras que compartían su misma suerte.



        Tampoco los hombres desistieron de este empeño, y a cientos lograron evadirse de los arsenales donde fueron encerrados, en los que con su trabajo forzado, consiguieron hacer realidad el plan ensenadista que hizo recuperar a España el rango de potencia mundial en aquella época. Una de estas fugas, en la que se revela el amor a su tierra y familia, estuvo protagonizada por dos almerienses en 1761: Francisco de Malla y Sebastián Aguilera. Ambos atravesaron la península en una aventura de más de mil kilómetros desde el arsenal de El Ferrol, en La Coruña, hasta que apenas le faltaban un centenar de kilómetros fueron aprehendidos en Poyatos -Jaén- y enviados a La Carraca -Cádiz-, para ser devueltos al arsenal gallego.

        Otros, tuvieron la oportunidad de demostrar su buena condición como persona y el reconocimiento de su comunidad. Pocos hombres como Estanislao García, conocido por el Gitano de Rasueros, fueron llorados tanto por gitanos como payos en su entierro -la prensa refiere que asistieron más de 1.500 personas-. Un personaje que según la prensa «había alcanzado en todo aquel país -Castilla la Vieja- grande y honrosa celebridad por su caridad inagotable», y que en el momento de su fallecimiento en 1858, perdonó «todo cuanto tenía prestado a los pobres labradores».

     Podríamos hablar de muchos más, algunos tan recientes como los gitanos veratenses que lograron evitar una violación, o la de dos gitanos que impidieron en 1889 el secuestro de un niño atrapando al delincuente, para que finalmente, la gloria se la llevara la Guardia Civil, sin que sus nombres ni siquiera se publicaran en la prensa como reconocimiento a su acción.

     Centrándonos en Celestino Batista, un gitano hecho con una pasta especial, que en los años sesenta del siglo pasado, arriesgó su vida para salvar una decena de personas sin esperar nada a cambio, hallamos en él, el ejemplo de esa invisibilidad y el de una vida silenciosa, que sólo pretende «vivir una vida tranquila, pacífica, trabajar, comer y felicidad», tal como Antonio Nieto se expresó en el documental Yo me acuerdo. Gitanos aragoneses en la Guerra Civil española. Gitanos que sin estridencias ni ambición por conseguir fama y dinero, han venido aportando suficientes méritos para convertirse en ejemplos de vida para los gitanos de hoy en día, como referentes de una individualidad positiva, que la sociedad mayoritaria condena al olvido.