Una historia, un olvido... el discurrir invisible de lo que existió y se desconoce

Este espacio pretende entender la historia como una disciplina que proporciona, tanto la información como los instrumentos necesarios para conocer el pasado, pero también como una herramienta para comprender al "otro", a nosotros mismos y a la sociedad del presente en la que interactuamos.

Conocer la historia de los gitanos españoles es esencial para eliminar su invisibilidad, entender su situación en la sociedad y derribar los estereotipos acuñados durante siglos.

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lunes, 16 de octubre de 2023

RITA TORRES ANTE LA INQUISICIÓN DE GRANADA

 

REVISTA ALHÓNDIGA, nº 40, septiembre/octubre 2023, pp. 27-29.




Hechicería gitana en Granada. El caso de Rita Torres ante la Inquisición (1742-1747)

En principio, la Iglesia, más preocupada por la cuestión morisca y judía, apenas se ocupó de los recién llegados egipcianos, no siendo hasta bien entrado el siglo XVI, cuando comenzó a prestar atención a las quejas dirigidas desde varios sectores eclesiásticos, concretamente, sobre el abuso que cometían de hacerse pasar por peregrinos, con la sospecha de practicar el cristianismo de forma superficial y no sincera; causas por las que se acabó considerando necesario su control y corrección.

Fue a lo largo del siglo XVII, sobre todo entre 1656 y 1794, cuando las acusaciones de hechicería gitana llegaron a constituir tres de cada cuatro procesos. Según María Helena Sánchez Ortega, el Tribunal de la Inquisición de Granada fue el que procesó a un mayor número de personas gitanas; lo que corrobora Rafael Martín Soto, al contabilizar cincuenta y nueve causas de hechicería gitana, casi en su totalidad protagonizadas por mujeres.

Los inquisidores, consideraron a las hechiceras gitanas como simples estafadoras, algo que reconocería Rita Torres, confesando que para sus prácticas hechiceras utilizó, como otras tantas gitanas, diferentes estratagemas para obtener de los más ingenuos algún beneficio material o monetario. Igualmente, aunque la característica principal de los hechizos gitanos, consistió en la práctica inexistencia de pactos realizados con el diablo, Rita Torres lo incluyó junto a una mezcla de  oraciones pseudocristinas y diferentes productos como huesos, ropa, alfileres, escoba, velas de sebo y otros objetos que consideró necesarios para el hechizo; con todos los cuales aseguró, podía influir en la voluntad amorosa de un mercader, matar al marido de una de sus clientes y encontrar un tesoro de monedas de oro y madejas de seda.

Su historia comienza el 17 de octubre de 1742, cuando ante el Santo Oficio de la Inquisición de Granada, compareció por una delación formulada por Feliciana Martínez Bravo, y por la que se le formularon cargos por hechicera y buscadora de tesoros. De Rita sabemos que era originaria de Guadix, y que se había domiciliado en Granada, donde se hallaba casada con Fernando Maldonado, también gitano y de oficio esquilador. Según la descripción de uno de los testigos, era: “gitana, mediana de cuerpo, morena, oreja cortada y de unos 28 a 30 años. El hecho de estar desorejada, indica la aplicación de una pena corporal en un pleito anterior que desconocemos.

Feliciana relató cómo llegó Rita a su casa y le preguntó “que si quería sacar un tesoro que había en su cueva”. El problema era que se hallaba encantado y que precisaba de la ayuda de “una mora amiga que era mágica”. La promesa de riquezas captó la avaricia de la mujer, quien aceptó “lo sacase con tal que no tuviera ella que gastar un atraso”. A ello respondió Rita que sólo quería su permiso, tras lo cual, acordó volver en dos días, pasados los cuales, Rita confesó ser “la mágica que le había dicho y que la habilidad la había heredado de sus padres”, asegurando haber estado “en Berbería por dicho arte mágico aquella noche” para hacer varias “velas de sebo de moros”, las que había escondido en el cerro de San Miguel por ser necesarias para sacar el tesoro. En esto, Diego Avendaño, hijo de Feliciana, entró en la casa, y montando en cólera, advirtió a su madre que todo era un engaño. Rita entonces, hubo de echar mano de un plan de contingencia para demostrar su habilidad mágica: el del pliego de papel con tinta invisible. Así lo refirió ella misma ante el tribunal:

 

“que habiéndose ido la reo a su casa, esta compró un pliego de papel y un poco de alumbre, y pintó en él medio pliego una figura de hombre con una orza pendiente de su mano, y después la dejó secar y a las tres, volvió a la casa de dicha Feliciana, y preguntándole si había llevado dicho pliego de papel, y respondió que sí. Pidió un librillo con agua, partió el pliego por medio, y escondiéndolo con cautela, echó la reo el papel que ella llevaba prevenido, y lo echó en el librillo y apareció en el agua lo que había pintado, teniendo esta particularidad la pintura que se hace con azufre, que no se percibe sino en el agua, y mientras dura la humedad”.

 

En el papel, Rita dibujó a “un diablo pintado que tenía una orza asida de las asas, y debajo unos renglones que decía, si haces lo que esa mujer te dice, tendrás fortunas dichosas”. El hijo, sin embargo, no se dejó engañar y cogió el pliego para presentarlo ante la Inquisición para denunciarla, pero dibujo y escritura habían desaparecido. No obstante, el ardid no convenció a Feliciana, quien al ser requerida por Rita para que le diera dos pesos con objeto de proseguir el desencantamiento, se negó, haciendo desistir a Rita de continuar el supuesto desencantamiento.

Posteriormente, en mayo de 1746, una tal María de Orta, delató ante la Inquisición “que queriendo Rosa de Nájera matar a su marido Francisco Rodríguez para casarse con otro”, acudió a Rita, “para que esta, con la habilidad que tenía, le quitarse la vida”. Rita explicó a Rosa, “que para que fuese más pronta la muerte, le daría un carbunco”; y que para “la quisiese el sujeto que dicha Rosa quisiera”, para lo que en este caso, debería darle un hueso de gato aderezado por ella misma, además de tener prevenido el día siguiente, una porción de: harina, carbón, nueve pesetas, un espejo, un pañuelo, dos alfileres gordos y una mortaja. A lo que añadió también una escoba y una camisa, con las que formar una especie de muñeco, en que debía clavar un alfiler gordo “por medio de la escoba”, para empezar a provocar “el accidente” que debía sufrir el marido, debiendo Rosa continuar el hechizo hundiendo el alfiler “cada día un poquito, hasta los tres días que lo entrase del todo”.

Al día siguiente, Rita volvió para realizar una nueva ceremonia, en la que al mismo tiempo que recitaba varias oraciones dirigidas a María y a Lázaro, hizo una torta con la harina que le había pedido, y en la que introdujo las nueve pesetas y dos alfileres. Un hechizo con el que prometió, lograría “que un mercader quisiera mucho a la dicha Rosa”, así como la muerte de su marido. Y para completar el sortilegio, entregó a Rosa los dos huesos de gato negro, “que la noche antes los había aderezado y dejado en depósito al enemigo, junto al señor Miguel, el Alto”, a donde se había de llevar la torta, la escoba y la mortaja, y que ella no podía hacerlo por estar embarazada y ser:

 

“preciso que el enemigo hubiera de tener tres actos canales con la que llevase la torta. Uno aquel día al tiempo de entregarlo al enemigo, otro al siguiente día; otro al tercer día, diciendo una oración en la que se llamaba al enemigo, para que viniera. Y que el primer día entregaría el enemigo los dos huesos de gato negro, uno para la dicha Rosa y otro para esta testigo”.

 

Como esperaba Rita, Rosa y María Orta declinaron “asistir a semejantes lances”, por lo que se ofreció a llevar todo para  no volver “a aparecer más”; si bien, me mantuvo en Granada, ya que en ella fue presa y puesta en las cárceles de la Inquisición, acusada de ser “de mala vida” y andar “continuamente engañando con estos embustes”. A mediados de septiembre de 1746, a pedimento del fiscal, los padres calificadores Carvajal y Pineda, dijeron que el proceso contra Rosa contenía: “embustes, sortilegio y práctica en ellos cualificados con pacto implícito y sospecha de explícito, con inducimiento a trato deshonesto con el demonio. Y a la reo provet iacet, la juzgaban por sospechosa de Leví infide”. Votada la prisión, se ejecutó en 27 de febrero de 1747.

Ante la seriedad de las acusaciones, especialmente en lo relativo al pacto con el diablo. Rita confesó que todo lo hizo para engañar y sacar dinero con el fin de “socorrerse, sin ánimo de ejecutar cosa supersticiosa. Y que todo lo demás de la acusación era falso”. Reconocida por un médico y un cirujano el 28 de abril de 1747, estos dijeron que se hallaba “preñada en cinco meses, por lo que no estaba capaz de tortura, azotes, ni vergüenza pública”, así como de ningún otro tipo de pena aflictiva. La causa, sin embargo, al hallarse incompleta, no sabemos la suerte que finalmente corrió Rita Torres.

 

Fuentes:

Archivo: Archivo Histórico Nacional, Inquisición, leg. 3728, exp. 176.

MARTÍN SOTO, R. Magia e Inquisición en el antiguo reino de Granada, Málaga: Arguval, 2000.

SÁNCHEZ ORTEGA, M.H. La Inquisición y los gitanos, Madrid: Taurus, 1988.



martes, 11 de abril de 2023

VIDEO INTERACTIVO: Historia del Pueblo Gitano en España

 

Enlace: https://youtu.be/AvvMUhDre1g


 

1.      El origen hindú del Pueblo Gitano está ampliamente aceptado; si bien, su identidad como pueblo se conformó a lo largo de su larga travesía hasta Europa Occidental. Una diáspora iniciada el siglo XI y que concluyó posiblemente en 1424 en territorios de la corona de Aragón, donde tenemos la primera noticia documental de su presencia en 12 de enero de 1425, con ocasión del salvoconducto otorgado por Alfonso V de Aragón a Juan de Egipto Menor. Un término geográfico por el que se les conoció como egipcianos, para más tarde derivar al actuar de gitanos.

2.      Los egipcianos pioneros, liderados por un conde o un duque, aseguraron cumplir una penitencia mediante la peregrinación a Santiago de Compostela, con objeto de redimir su apostasía al cristianismo. Años más tarde, tras la conquista turca de Constantinopla, una nueva oleada inmigratoria formada por los llamados grecianos, acabó configurando la comunidad gitana española.

3.      La coartada de la peregrinación les permitió explorar los reinos de Aragón y Castilla, alcanzando Andalucía en 1462, donde fueron agasajados en Andújar por el condestable Lucas de Iranzo, conforme correspondía a sus condiciones de peregrinos y nobles.

4.      Sin embargo, ya en estas fechas, la presencia gitana había comenzado a ser molesta, siendo habitual, que los municipios se deshicieran de los grupos que se presentaban en ellos, por medio del pago de pequeñas cantidades. Ante el incremento de las quejas por los daños que se decía, producían durante su estancia; y en consonancia con su política de homogenización, los Reyes Católicos promulgaron en 1499 una pragmática, la primera de una serie de más de 200 disposiciones antigitanas. Por ella, se obligaba a grecianos y a egipcianos a tomar señor y tener asiento fijo, bajo amenaza de expulsión, corte de orejas y esclavitud.

5.      Las penas de la Pragmática de 1499 fueron modificadas  por Carlos I en 1539, dándoles un tinte utilitarista: primero, mediante condenas de galeras; y más tarde, a trabajos forzados en las minas de Almadén.

6.      La proscripción del gitanismo adquirió más fuerza con el debate abierto en estas fechas sobre la pobreza. La distinción entre verdaderos y falsos pobres, les situó junto con los vagabundos y demás gente catalogada de “mal vivir”. Una criminalización que justificó el aumento del control y represión hacia los sectores más marginales de aquella sociedad.

7.      Tras el Concilio de Trento, la Iglesia se sumó a la represión de la corona e introdujo algunas normas morales para vigilar el cumplimiento de los sacramentos, sin reconocer los matrimonios celebrados por el rito gitano, una unión que era considerada amancebamiento y castigado con penas de destierro y azotes.

8.       A pesar del control de la Iglesia, la Inquisición no tomó en serio, prácticas como la buenaventura, el desencantar tesoros y otros ritos mágicos, por considerarlas pequeños fraudes para obtener alguna ganancia.

9.      Los castigos penales diferenciaron a hombres y mujeres, pues éstas, al no poder realizar grandes esfuerzos, sólo podían ser condenadas a vergüenza pública, destierro y azotes. Los hombres, en cambio, hubieron de servir en galeras, siendo objetivos de redadas,  como la ordenada por Felipe II en 1572, para reponer las pérdidas sufridas en la batalla de Lepanto.

10.  Al igual que sus bisabuelos, Felipe II continuó la política asimilacionista coercitiva, impulsando en 1586 los avecindamientos y la necesidad de licencias especiales para salir de ellos, debiendo acreditar en ellas, la propiedad de sus animales para evitar su requisa.

11.  Ya en el siglo XVII, aunque se aprobó su expulsión en 1610, Felipe III decidió mantenerlos para sustituir a los moriscos en las  labores del campo, declarando en 1619 la labranza como único oficio permitido. Como consecuencia, al no tener acceso a la propiedad de la tierra, y no poder ejercer sus oficios tradicionales, el gitano acabó sumido en la pobreza, a merced de los propietarios agrícolas y sometidos a duras penas en caso de contravenir la ley.

12.  Los discursos de arbitristas como Sancho de Moncada y Salazar de Mendoza, acabaron influyendo en 1633 en la negación de la identidad gitana y de todo lo que les podía identificar como etnia y cultura, como el traje y la lengua.

13.  Como una espada de Damocles, la legislación antigitana tuvo acorraladas a las familias gitanas.  Para evitarlo, desarrollaron estrategias de supervivencia; tan arriesgadas, como la de enrolarse en los Tercios de Italia y Flandes, para eludir redadas como la de 1639, por la que centenares de hombres gitanos fueron enviados a galeras.

14.  El cerco legal se estrechó más en 1695 con la restricción de vecindarios y la confección de los primeros padrones gitanos. Además, la Santa Hermandad intensificó su actividad, apresando a cuantos gitanos hallaban por los caminos reales.

15.  Aunque la idea de la expulsión estaba aparcada, con la autorización papal de 1748 para poder extraer de las iglesias a aquellos que se refugiaran en ellas,  el gobernador del Consejo, Gaspar Vázquez de Tablada, retomó la idea y encargó al marqués de la Ensenada la ejecución de una redada, para capturar el 30 de julio de 1749 a todos los gitanos de España. Nuevamente desechada la expulsión, Ensenada recondujo la operación hacia un proyecto de exterminio biológico, separando físicamente hombres y mujeres, enviando a arsenales los varones mayores de 7 años, y  a los menores y sus madres, a casas de misericordia.

16.  Desde diferentes sectores surgieron quejas y críticas por una medida tan desproporcionada. La conciencia del rey se resintió y dispuso liberar a todos aquellos que acreditaran su buena vida. Abiertos expedientes secretos, algo más de la mitad de los apresados quedaron libres a partir del 28 de de noviembre de ese año. Los que no pudieron obtener informes favorables, quedaron recluidos hasta que en 1765 recibieron un tardío indulto.

17.  Se inició entonces un periodo de debates sobre qué hacer con los gitanos, hasta que en 1783, Carlos III promulgó una nueva pragmática, que sin dejar de tener un tono represivo, introdujo algunas disposiciones inclusivas

18.  A partir de entonces, gracias a las ideas liberales, se comenzó a adquirir derechos fundamentales: ciudadanía en 1837, igualdad jurídica en 1848 y derecho al voto 1869. Sin embargo, a pesar de estos avances, en el reglamento de la Guardia Civil de 1846, se introdujo dos artículos que para vigilar a los gitanos.

19.  A comienzos del siglo XX, el concepto positivista de peligrosidad social influyó en la criminología, tipificando al gitano como un individuo racialmente primitivo y delincuente, carente de toda presunción de inocencia. De esta forma, quedó bajo el control de la Guardia Civil y de la Ley de Vagos y Maleantes de la República, pesar de no nombrárseles específicamente.

20.  Durante la Guerra civil, la mala fama del gitano fue empleada como un arma más para desprestigiar al enemigo. En su mayor parte, los gitanos pretendieron pasar desapercibidos, excepto aquellos que eran simpatizantes o afiliados a un partido o sindicato. Dos de sus principales protagonistas fueron Helios Gómez y Mariano Rodríguez Vázquez, Marianet, secretario general de la CNT.

21.  Tras la guerra y la represión franquista, los gitanos siguieron reprimidos por la Ley de Vagos y Maleantes, más tarde reconvertida en la Ley de Peligrosidad Social, y por los artículos de la Guardia Civil, hasta su supresión en 1978.

22.  La Transición abrió las puertas al asociacionismo gitano y a las políticas estatales para el desarrollo del Pueblo Gitano; si bien, el rechazo vecinal hacia los gitanos se resistió a desaparecer en pogromos como los de Hernani, Martos y Mancha Real. Con la entrada de España en la Comunidad Europea, las políticas dirigidas en su seno hacia las minorías étnicas y culturales, impulsaron la creación del Consejo Estatal y la Fundación del Instituto de Cultura Gitana.

23.  A partir de las elecciones generales de abril de 2019, se dio un nuevo impulso hacia la eliminación de la invisibilidad gitana. En ese año, cuatro gitanos entraron a formar parte del Parlamento español, reducidos a tres en la repetición de los comicios de noviembre. Desde entonces, se han conseguido logros  como la inclusión de la historia y cultura gitana en el currículum escolar de primaria y secundaria, y el reconocimiento por el Congreso en 2021, del histórico y continuado genocidio al Pueblo Romaní. Además, se está trabajando en el Pacto contra el Antigitanismo, en la Ley de Igualdad de Trato y No Discriminación, e incluir el antigitanismo como delito de odio dentro del Código Penal.






lunes, 10 de abril de 2023

CARMEN BASTIÁN, LA OBRA MAESTRA DE FORTUNY

 

De Carmen Bastián hay más incógnitas que certezas. De lo poco que sabemos de ella, se halla en un artículo de José Castro Serrano, en la llamada Ilustración Española y Americana de enero de 1875, un año después de la muerte de Marià Fortuny. Una información más literaria que histórica.


El cambio de rumbo en la vida de Carmen comienza en 1870, cuando tras su etapa magrebí, Marià Fortuny se instala en Granada junto con su cuñado Ricardo Madrazo. En principio,  con la intención de pasar un corto tiempo, pero que finalmente se alargó algo más de dos años. Por las mañanas visitaba distintos lugares para confeccionar bocetos del natural, para por las tardes darles forma para una nueva composición. Una de estas mañanas, según Castro: “Fortuny vagaba por el barranco de la Zorra contemplando paisajes, escogiendo vistas y saturando sus nervios con los esplendores de aquella insigne naturaleza, le llamó la atención y se paró de improviso ante una cueva de gitanos que se hallaba en plena actividad de familia”. La razón de su curiosidad se debía a que ante la puerta, junto a la fragua, “prendidas ambas manos en dos cordeles y cantando a compas, según que tiraba del uno o dejaba escapar el otro, una muchacha encantadora, cuyo cuerpo casi se mostraba al desnudo por entre los guiñapos de su traje, daba vientos a la hoguera; y a los vientos, armonía con las inflexiones de su danza y de sus cantares”.

En el momento quedó prendado de su hermosura y quiso tomarla de modelo, para lo que le preguntó a Bastián -diminutivo de Sebastián-, padre de la joven, si permitía que la pintase, a lo que respondió que la decisión le correspondía a su mujer. No hubo problemas, la madre y la misma Carmen, que aún no contaba con los quince años, aceptaron; y a la mañana siguiente, su hermano, también llamado Bastián, la llevó a Siete suelos, la fonda donde paraba el pintor y que se hallaba adosada a la puerta del mismo nombre en la Alhambra.

De las pocas y confusas noticias que tenemos de Carmen, sabemos que sirvió de modelo en varias obras posteriores -una de ellas es Bohemia bailando en un  jardín-, y que tras la muerte de Fortuny se trasladó a Madrid. Hay autores que suponen hubo un romance entre ella y el artista. Una especulación que pierde consistencia ante la buena relación que sostuvieron Carmen y la mujer del pintor. Tampoco hay datos fiables sobre su muerte, aunque parece haber un consenso de que se trató de un suicidio; si bien, la causa de ello también levanta cierta polémica. Unos dicen, que en Madrid pasó a ser modelo profesional para trabajar con un acueralista inglés con el que sostuvo una relación amorosa, hasta que éste la abandonó propiciando el fatal desenlace. Otros relacionan su muerte con la actitud vengativa de su propia familia, por considerar que Carmen los había deshonrado, al enviar a su hermano Bastián a Madrid para traerla por la fuerza a Granada y darle una fuerte paliza como escarmiento.

Centrándonos en el cuadro titulado con el nombre de la modelo Carmen Bastián, volvemos a encontrarnos nuevos misterios. En primer lugar: el título. En la parte posterior del marco se hallaba escrito “Carmen Bastián”, por lo que los posteriores dueños lo titularon así. De todas formas resulta extraño que Fortuny dejara constancia de su identidad, ya que siempre mantuvo el anonimato de sus demás modelos.

Otro detalle que llama la atención, es que se trata de un retrato, una modalidad poco frecuentada por el artista, más aún, cuando es de cuerpo entero y un semidesnudo con clara intención erótica. De aquí surgen dos interrogantes: ¿Por qué se salió de la temática de su obra? ¿y por qué lo conservó inacabada y oculta en su estudio?

Ambas preguntas pueden tener una sola respuesta. Y, aunque hay autores que opinan que fue un encargo de un diplomático turco que se dedicaba a coleccionar desnudos femeninos; si bien, creemos que todo responde al hecho de que habiendo alcanzado Fortuny su madurez pictórica, decidió ser transgresor y experimentar otros temas en los que dar rienda suelta a su faceta rebelde y liberarse de los convencionalismos sociales de la época. Para ello, se valió de la frescura y de la ingenuidad de Carmen, ajena completamente a un mundo cada vez más deshumanizado y mercantilista. De esta forma consiguió crear algo ajeno e íntimo, alejado de todo lo que el mundillo pictórico esperaba de él. Convierte así esta obra en la expresión de una fugaz emancipación que guardará como un tesoro para disfrutarla para sí solo, y que sólo permitió contemplarla a sus amigos más cercanos, a los que confesó que su intención fue la de que: "Quería darme el gusto de pintar para mí mismo".

Según el sello de la testamentaría, la obra se hallaba inacabada en el taller del artista, no figurando en la subasta celebrada en París en 1875. Hay constancia de que se quedó en manos de la familia Madrazo durante varios años y fue pasando por manos privadas, hasta que en 2009, el Museu Nacional d’ Art de Catalunya lo incorporó a sus fondos y exhibida en la sala 43, donde se puede contemplar en todo su esplendor. Igualmente, ha formado parte de varias exposiciones, entre ellas, la titulada “Fortuny 1838-1874”, que entre enero y julio de 1989 se expuso en el Centro Cultural de la Caja de Pensiones de Barcelona, para pasar a la Fundación Caja de Pensiones de Madrid, y por último, en el Museo Comarcal de Reus. Entre octubre de 2003 y enero del año siguiente, bajo el mismo título fue exhibida en el Museu Nacional d’ Art de Catalunya. Y por último, entre septiembre de 2012 y enero del año siguiente, en el Grand Palais de París, bajo el título “Bohèmes. De Leonardo de Vinci a Picasso”.

Centrándonos en la descripción de esta pintura al óleo de algo menos de un metro cuadrado de superficie -45x62 cm-; ésta está inacabada, tal como solía suceder en la obra de Fortuny, al dejar partes del lienzo sin impregnar. En ella, Carmen Bastián aparece sonriente recostada en un sofá de madera mientras sujeta un abanico con su mano derecha, su falda se halla remangada permitiendo sin recato mostrar su sexo al espectador, logrando convertirlo en el centro visual de la composición. Una carga erótica que completa con la soslayada mirada que con descaro y provocación dirige al espectador.

En general, los estudiosos de la obra de Fortuny, coinciden en su acertado dibujo y la rápida, pero minuciosa pincelada; así como en el estallido de luz con el que hace invadir la escena, para permitir resaltar el contraste entre la oscura piel de Carmen y el color de la puerta, único elemento que junto al tarimón, el pintor permite mostrar del interior de la estancia. Cuatro paredes de cuyo interior, Carmen se abrió al mundo para salir de Granada e instalarse en Madrid. Un vuelco total en su destino que le convirtió en inmortal dentro del mundo del arte, pero a costa de un alto precio: su temprana muerte. Es posible que el paso vertiginoso de niña a mujer no supo asimilarlo, y tras varias experiencias traumáticas para las que no estuvo preparada, sus últimos días la sumieran en la amargura y la tristeza, para terminar tomando la decisión de acabar con su sufrimiento. El misterio de su vida se lo llevó consigo, dejando como herencia nada más que su imagen como modelo, pero sobre todo especulaciones; que, como en el caso del granadino Pablo Casanova en su novela El enigma de Carmen Bastián, publicada en 2013, le ha permitido desarrollar una trama basada en la sospecha de que el suicidio de Carmen pudo no ser tal.

 

FUENTES:

CASTRO Y SERRANO, José de. “Carmen la de Fortuny”, en La Ilustración española y americana, nº 21 (08/06/1875), p. 2.

JIMÉNEZ BAO, Gemma (2022). “Retrato de Carmen Bastián”, en La contadora de imágenes. Recuperado de https://metalfamily.es/retrato-de-carmen-bastian-mariano-fortuny-marsal/ (consultado en 7 de septiembre de 2022).

MUSEU NACIONAL D’ ART DE CATALUNYA. Ficha de la Obra Carmen Bastián. https://www.museunacional.cat/es/colleccio/carmen-bastian/maria-fortuny/214438-000.

VALLEJO, José (2014). “Mariano Fortuny y Masal, años felices”, en Granada hoy (08/09/2014). Recuperado de https://www.granadahoy.com/ocio/Mariano-Fortuny-Marsal-anos-felices_0_842016172.html (consultado en 7 de septiembre de 2022).


REFERENCIA: MARTÍNEZ MARTÍNEZ, Manuel (2023). Alhóndiga, nº 37, páginas: 19-20.