“Nosotros, gitanos españoles, fieles
servidores de la monarquía sin que jamás hayamos vacilado en nuestros ideales
de adhesión a ella, después de muchos años de sufrimiento nos decidimos
implorar justicia a Vuestra Majestad porque la vida se nos hace ya imposible,
debido a las malos tratos y pocas consideraciones que se nos guarda dentro del
reino. Somos atropellados constantemente; no nos dejan un momento tranquilos ni
en las poblaciones ni en el campo; nuestros hijos no reciben la debida
educación, porque no son admitidos en ninguna parte sólo por el hecho de ser
gitanos, y por el motivo más insignificante y que muchas veces desconocemos
somos tratados inhumanamente, no teniendo quien nos proteja ni nos defienda.
Nuestra forma de vivir es el trato y después de muchas vicisitudes llegamos a
una feria y por el mero capricho de las autoridades somos arrojados de la forma
más violenta, sin considerar que somos españoles y que tan solo buscamos
honradamente nuestra vida. Señor: en nombre de todos pedimos justicia,
esperando que el modelo de los reyes, que es el de España, atenderá la súplica
de sus humildes súbditos”[1].
Campamento gitano en la proximidades de una feria de ganado |
Como podemos constatar, la situación de los
gitanos dentro de la sociedad española de las tres primeras décadas era bien
precaria; y ello, a pesar de ser unos ciudadanos de pleno derecho, que como los
demás españoles, vertían su sangre en la guerra contra Marruecos. La sociedad
española, a pesar de la desaparición de la legislación antigitana acaecida
durante el siglo XIX, seguía criminalizando a los gitanos, a lo largo de las
tres primeras décadas del siglo XX. Una realidad que lejos de ser coyuntural se
había consolidado de forma estructural, sin una intención clara por parte de la
cúpula del poder, para mejorar la situación del Pueblo Gitano.
Sin apenas valedores, los gitanos apenas
tenían recursos para hacer frente a esta situación. Uno de estos intentos fue
la carta dirigida al rey Alfonso XIII, el 16 de mayo de 1930, a instancia de todos
los gitanos padres de familia que se hallaban avecindados en Montilla -Córdoba-
La carta se halla mecanografiada, y parece
que fue circulada entre los gitanos de aquella población para ser avalada por
la mayor cantidad de individuos posible. En total figuran medido centenar de
peticionarios: “Todos padres de familia”. La Casa Real hizo llegar la carta a
manos de la subsecretaría de la Presidencia del Consejo de Ministros, la que a
su vez, la remitió al Ministro de la Gobernación indicando que los gitanos
firmantes imploraban “justicia por la vida imposible que llevan, debido a los
malos tratos y pocas consideraciones que se les guardan dentro del Reino,
especialmente en las ferias, de las que por el mero capricho de las autoridades
son arrojadas de la forma más violenta”. Nada se hizo y la carta quedó olvidada
en el Archivo de la Administración.
No hubo intento alguno de mejorar las
condiciones de vida del Pueblo Gitano. En cambio, la situación se agravó cuando
se conectó al gitano con el debate sobre la peligrosidad social. Una polémica que
a lo largo de la década de los años veinte, había centrado la atención de la criminología
y de la psiquiatría, y que terminó Como principal consecuencia de esta polémica,
se creándose la necesidad de promulgar un Código Penal que estuviera en
consonancia con las nuevas corrientes científicas. De esta forma, en 1928 se
plasmó en un nuevo Código Penal, que sin embargo, acabó siendo muy criticado, por
no incluir medidas para la prevención del delito ni de seguridad a aplicar a
los individuos potencialmente peligrosos.
Ya durante la II República, la nueva
conceptualización jurídica y penitenciaria, junto a la fuerte preocupación de
los gobiernos republicanos por mantener el orden público, confluyeron en la
promulgación de leyes represivas, tales como las de Defensa de la República, la
de Orden Público y la de Vagos y Maleantes, todos ellas con el claro objetivo
de prevenir la delincuencia que emanaba de la peligrosidad potencial que
residía en individuos considerados asociales, tal era el caso de los gitanos. Una
discriminación que no obstante, atentaba contra la misma Constitución
republicana de 1931, pues en ella se declaraba en su segundo artículo, que
todos los españoles eran “iguales ante la ley”. Un precepto que igualaba sobre
el papel, pero no en la práctica, dado que la sociedad mayoritaria mantenía el tinte excluyente
de siglos anteriores, por el que el gitano siguió considerándose un ciudadano
de segunda fila.
La dignidad por los suelos. El antigitanismo era y sigue siendo estructural |
Este sentimiento de indefensión quedó bien
patente en la exposición de Montilla, pero también, junto al desánimo, se
expone el deseo por salir de esta situación a través de la educación, considerada
como el mejor medio para salir de la postración en que se hallaba la comunidad
gitana, de cuyo beneficio, era excluida en base de unos prejuicios y
estereotipos acuñados siglos atrás.
Este
texto pertenece a Escritos sobre gitanos
de Antonio Gómez Alfaro, de cuyo fallecimiento, el 22 de junio se cumplen
cuatro años. Hacía apenas un mes lo había visitado en la residencia de tercera
edad de Arroyo de la Miel, donde se hallaba desde hacía unos años. Lo encontré
en el comedor, sentado leyendo un periódico. Sobre la mesa, aún se hallaba la
taza y el plato de su desayuno. Al principio no me reconoció, pues hacía tiempo
que nuestra relación se reducía a esporádicas llamadas de teléfono y
felicitaciones de Navidad.
Lejos había quedado nuestro primer contacto personal,
allá en Granada durante el I Congreso de Los Gitanos en la Historia y Cultura,
celebrado en 1993. Casi tres décadas después, Antonio, se fue de este mundo en silencio,
pero con un legado inmenso. Aún quedan trabajos inéditos y un fondo documental
y material acumulado durante tantos años. Hoy no puedo ofrecerle un nuevo
libro, pero sí mi reconocimiento. Sirvan estas líneas y una pequeña muestra de
su trabajo para darle un justo homenaje. Descansa en paz, maestro. Aún son
muchos los que te mantienen vivo en el recuerdo.
[1] GÓMEZ ALFARO, Antonio. Escritos sobre gitanos, Barcelona,
Asociación de Enseñantes con gitanos, 2010, pp. 35-36. Dirección web https://www.educacion.navarra.es/documents/57308/57727/Escritos_sobre_gitanos.pdf/01d0a5ce-fb0c-41cf-a0a1-d383de423bef
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