Una historia, un olvido... el discurrir invisible de lo que existió y se desconoce

Este espacio pretende entender la historia como una disciplina que proporciona, tanto la información como los instrumentos necesarios para conocer el pasado, pero también como una herramienta para comprender al "otro", a nosotros mismos y a la sociedad del presente en la que interactuamos.

Conocer la historia de los gitanos españoles es esencial para eliminar su invisibilidad, entender su situación en la sociedad y derribar los estereotipos acuñados durante siglos.

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sábado, 30 de julio de 2022

ANIVERSARIO DE LAS REDADAS DEL VERANO DE 1749. Un año más, otro año continúa invisibilizada una tragedia histórica


VIDEO INTERACTIVO QUE EXPLICA UNA DE LAS PÁGINAS MÁS NEGRAS DE LA HISTORIA DE ESPAÑA

ENLACE: https://youtu.be/qgQUTi6u_wo

1.      El acoso legislativo promulgado contra el Pueblo Gitano arrancó con la Pragmática de 1499, incidiendo en la expulsión, la asimilación y el exterminio biológico. En este último caso, en 1594 ya fue planteado por dos representantes en las Cortes de Castilla. Si bien, la corona acabó optando por una deportación en 1610, abandonándose esta opción, nada más constatarse los efectos negativos provocados por la reciente expulsión de los moriscos.

2.      A partir de entonces se optó por una política asimilacionista, pero sin olvidar los proyectos de exterminio y extrañamiento, que periódicamente eran sugeridos desde sectores influyentes de opinión, como los arbitristas, teólogos y representantes a Cortes.

3.      Con la llegada de los Borbones, la idea de la expulsión recobró fuerzas, pero ante las necesidades militares del imperio, se echó mano de una penalidad utilitarista, emprendiendo redadas de varones hombres gitanos, como las de 1572 y 1639 para dotar de remeros a las galeras.

4.      Para que las redadas fueran exitosas, la corona negoció con el Vaticano la retirada de la inmunidad eclesiástica a los gitanos. Finalmente, en 1748 la Santa Sede accedió, y el Consejo Real, presidido por Gaspar Vázquez de Tablada, encargó al marqués de la Ensenada la ejecución de una redada y la posterior expulsión de cuantos gitanos se aprehendieran.

5.      Sin embargo, Ensenada, sabedor del fracaso experimentado en Portugal, reconvirtió el proyecto en uno de extermino biológico, con el fin de aprovechar la mano de obra de los hombres gitanos en los arsenales para reconstruir la armada naval española, y recuperar para España, la categoría de potencia mundial.

6.      A partir de los padrones confeccionados desde 1746, Ensenada dispuso en secreto, la tropa necesaria que debía apoyar a las autoridades locales para emprender la redada, exactamente el 30 de julio de 1749 a las doce de la noche. Sólo entonces, los jefes de los destacamentos militares y justicias locales, pudieron abrir los sobres que contenían el objetivo de la misión y las instrucciones a seguir.

7.      Basándose en el factor sorpresa, todas las familias gitanas fueron sacadas de sus casas, formando dos grupos: el de los varones mayores de siete años, y el de las mujeres con los niños pequeños, seguidamente, los escribanos inventariaron los escaso bienes de los gitanos, para su posterior venta subasta pública, ya que con ese producto se pensaba subvencionar toda la operación.

8.      Pronto se pudo comprobar que la redada adoleció de importantes errores, especialmente la omisión del Principado de Cataluña y de ciudades como Málaga y Almería. Un olvido que obligó a emprender una segunda gran redada a mediados de agosto. Entre ambas, en total fueron capturados unas nueve mil personas.

9.      Se actuó de forma indiscriminada y arbitraria, sin distinguir entre gitanos contraventores y cumplidores de las pragmáticas, provocando un aluvión de críticas. Replanteado el proyecto, por Real Orden de 28 de octubre, se concedió un indulto a todos aquellos que por medio de expedientes secretos, demostraran haber vivido arregladamente. Un proceso por el que aproximadamente, un 60% logró recuperar su libertad, aunque en el mayor en número de ocasiones, no pudieron recuperar sus propiedades.

10.  Concentrados separadamente hombres y mujeres en recintos cerrados, pasaron posteriormente a lo que se llamaron depósitos provisionales, principalmente fortalezas militares, como las de Denia, Aljafería de Zaragoza, Santa Bárbara en Alicante o alcazaba de Málaga. Desde estos lugares serían trasladados más tarde por orden de Ensenada a sus destinos definitivos: los hombres, a los arsenales de Cartagena, La Carraca y La Graña en Ferrol; excepto los catalanes, que fueron empleados en las obras públicas, y recluidos en un lugar indeterminado de Barcelona, posiblemente en las Atarazanas o en la puerta Madrona.

11.  Las mujeres, de las que Ensenada se había desentendido, fueron trasladadas a casas de misericordia como la de Zaragoza o a edificios reconvertidos en cárceles, casos del antiguo convento de los agustinos de Barcelona y el antiguo Hospital del Rey en Valencia.

12.  La estancia de los gitanos y las gitanas en sus respectivos destinos, se caracterizó por las diversas estrategias de resistencia que emplearon. En el caso de los hombres, además de realizar el trabajo a baja intensidad, también cometieron sabotajes consistentes en hurtos, destrucción de material, e incluso incendios; aunque en este caso, nunca pudo demostrarse su autoría. Mayor contratiempo supusieron las continuas fugas que ejecutaban, haciendo menguar considerablemente la población penal gitana

13.  Las mujeres también ejecutaron arriesgadas evasiones, pero aún más efectiva fue la guerra de desgaste que sostuvieron con los responsables de su custodia, con el intento de hacer insoportable su estancia, En Zaragoza, casi nada estuvo a salvo de sus sabotajes: la vajilla, las camas, e incluso su propia ropa hasta quedar desnudas. Se hicieron añicos, aprovechando los destrozados restos de madera y de ropa, para atascaban los pozos negros e inundar la casa con las aguas fecales.

14.  Las gitanas de Valencia fueron las más afortunadas, pues contaron con la protección del duque de Caylús, capital general del reino de Valencia, quien propuso en 1753 un indulto general para todas las personas gitanas que no pudieron cumplir las exigencias de la Real Orden de 28 de octubre de 1749.

15.  Aunque Fernando VI estuvo dispuesto al indulto, las muertes poco tiempo después del duque y del mismo rey, paralizó el expediente que estudiaba la forma en que se debía dar la libertad. No sería hasta 1761, cuando Carlos III lo reavivara, pasándolo a consulta de los capitanes generales de Aragón y Cataluña, quienes mostraron sus reservas, por creer que una vez libres, tanto hombres como mujeres volverían al mismo gitanismo que había ocasionado su encierro.

16.  Ante el nuevo retraso, el rey quiso aplacar la desesperación que padecían los gitanos que aún se mantenían encerrados, decidiendo confortarles transmitiéndoles en 1763, la promesa de una inminente liberación. Sin embargo, hubo de pasar otros dos años para que el ansiado indulto tuviera efecto.

17.  La liberación de los supervivientes de la redada no supuso el punto final de la represión. Sí en cambio, la apertura de un periodo de debates sobre la política restrictiva a seguir, durante el cual se volvieron a plantear propuestas de expulsión y exterminio.

18.  En febrero de 1771, Carlos III, deseando dar carpetazo al expediente, pidió informes a Campomanes y a Valiente, fiscales del Consejo de Castilla, con el fin de adoptar «la solución definitiva». Poco más tarde, ambos presentaron un nuevo proyecto, proponiendo la deportación a América, así como el servicio en Marina y trabajos forzados en arsenales para los más jóvenes. Una línea dura que compartió también el conde de Aranda, quien propuso separar de sus padres a los niños recién nacidos, y educarlos en instituciones benéficas. En cuanto a los mayores de 15 años, sugería separarlos por sexos, destinando las mujeres a las colonias del continente americano, reservando las islas para los hombres. De esta forma, creía que casándose con los indígenas, se conseguiría la total extinción de la identidad y cultura gitana, al cortar el aprendizaje y la transmisión, tanto de la lengua como las costumbres gitanas.

19.  Estas propuestas no tuvieron recorrido por la oposición de personajes como el inspector general de Marina, González Castejón, y del virrey de Nueva España, Bernardo de Gálvez. Finalmente, en 1783, Carlos III promulgó una nueva pragmática, que aunque manteniendo un tinte represivo, suavizó las penas por contravención, e introdujo algunas disposiciones inclusivas. Ésta sería la última pragmática antigitana, vigente hasta 1848 al aprobarse el código penal. Sólo sobrevivieron los artículos del reglamento de la Guardia Civil de 1846, referidos a la vigilancia que debía observarse sobre los miembros de la comunidad gitana.




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