sábado, 18 de enero de 2025

UNA PROPUESTA PARA QUE EL 25 DE MARZO SEA EL DÍA DEL GITANO CASTELLANO Y LEONÉS

 

Catedral de León. Wikipedia
La primera referencia sobre la presencia gitana de lo que hoy es España, data del 12 de enero de 1425, cuando a Juan de Egipto Menor le fue concedido por el rey de Aragón, Alfonso V, un salvoconducto para transitar tres meses el reino aragonés. Precisamente, casi tres meses después, sabemos gracias a la reciente aportación de Juan Carlos Barranco Nadal, llegó a León, “un caballero de Egipto la Menor, y otros hombres y mujeres que venían en su compañía”, cuyo nombre no trasciende en un documento fechado en Aragón el 25 de marzo de ese mismo año, por el que se constata haber recibido dichos egipcianos, una limosna de 300 maravedís. Se trata de un importante documento por varias razones, La primera, porque refiere la primera vez que en la Península Ibérica se exhibió la supuesta bula de Martín V, por la que se otorgaba “muchos perdones a todos los que hiciesen limosnas” a cuantos cumplieran con el contenido del documento (Barranco, 2025)[1]; la segunda, es la constatación de que en efecto, al menos este grupo, sí cumplieron con la peregrinación a Santiago de Compostela; y, la tercera, porque posiblemente, este caballero egipciano se trate del pionero Juan, el único líder gitano que no ostentó título nobiliario, como tampoco lo hizo el que llegó a León.

La continuidad de la peregrinación compostelana, parece confirmarse medio siglo más tarde en una carta de seguro concedida en Burgos, el 4 de septiembre de 1475, al conde Juan de Egipto Menor, que comandaba un numeroso grupo de egipcianos de todas edades y sexo.

El año 1475 fue convulso, es el del comienzo del reinado de Isabel I de Castilla (1475-1504), una vez que tras la muerte de Enrique IV, había sido proclamada reina, el 13 de diciembre del año anterior. Un hecho, que dio ocasión, hasta 1479, a la Guerra de Sucesión Castellana, entre los partidarios de Juana de Trastámara, hija del difunto monarca Enrique IV de Castilla, y los de Isabel, hermanastra de este último.

También resultó conflictiva, en estas fechas, la relación entre los vecindarios de los lugares que frecuentaban y los diferentes grupos gitanos que recorrían el territorio peninsular; pero también, entre los propios grupos de egipcianos y grecianos. Una circunstancia que contradice la opinión de historiadores que consideran el siglo XV como la edad de oro o el periodo idílico del Pueblo Gitano en España. Una denominación que creemos no se corresponde con la realidad, pues este buen trato se redujo al hecho de que la corona y la Iglesia favorecieron a los pioneros egipcianos por su condición de peregrinos que expiaban su pecado de apostasía y estaban perseguidos por los turcos. Además, sus cabecillas dijeron ser condes y duques, por lo que la nobleza peninsular los acogió en principio como iguales, permitiéndoseles, tanto en tierras de señorío como de realengo, de una amplia libertad de movimientos y de la potestad de ejercer una jurisdicción interna en cada uno de los grupos comandados por un noble egipciano (Martínez, 2022:15).

Esta situación se hizo perceptible en los salvoconductos otorgados a varios líderes gitanos, al pasar a un segundo plano las peticiones de seguridad para peregrinar; en su lugar, comenzaron a solicitarse la protección real frente a agresiones procedentes de dentro o fuera del grupo egipciano. Así, en dicho documento del 4 de septiembre, el futuro Fernando II de Aragón, al igual que en 28 de febrero del año anterior hiciera su padre en Barcelona con el mismo conde (Meneses, 1968:247), concedió en Burgos otro salvoconducto al “magnificus Joannes, comes in Egipto Minori”, quien lideraba un numeroso séquito de hombres y mujeres, tanto a caballo como a pie; a fin de acogerlo “bajo su protección y salvaguardia”, para que prosiguiera con seguridad, su viaje en romería a Santiago, Roma y otros lugares, ya que “el conde Martín, el conde Miguel y el conde Jacobo de Egipto Menor, odian y tienen mala voluntad” hacia dicho conde Juan (ACA, Cancillería Real, Reg. 3519, ff.36 v.-37 r.).

La presencia de dicho conde en tierras burgalesas, respondió posiblemente al viaje de vuelta de la peregrinación, pues sabemos, que el 16 de septiembre de ese mismo año, se encontraba en Logroño, donde recibió un nuevo salvoconducto, con el que posiblemente atravesaría el reino de Aragón camino de Francia, pues a partir de esta última fecha carecemos de más información de su presencia en territorio peninsular.

 

BIBLIOGRAFÍA:

BARRANCO NADAL, J. C. (2025) “La llegada de los gitanos a València (1425). El duque Miquel”, artículo inédito pendiente de publicar por la Universidad de Valencia. Se puede consultar en Academia edu (https://www.academia.edu/127071987/Llegada_de_los_gitanos_al_Reino_de_Valencia_1425_El_duque_Miguel).

BAUTISTA BAUTISTA, M., GARCÍA GARCÍA, M. T., NICOLÁS CRISPÍN, M I. (1990): Documentación medieval de la Iglesia Catedral de León. (1419-1426). Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca.LÓPEZ DE MENESES, Amada. (1968) “La inmigración gitana en España en el siglo XV (apuntes para su estudio)”, en Martínez Ferrando archivero, miscelánea de estudios, 1968, pp. 230-263

MARTÍNEZ MARTÍNEZ, Manuel (2022). El Pueblo Gitano en España. Seis siglos de represión y exclusión, Palma de Mallorca: Calumnia edicions.



[1] El documento recogido por Juan Carlos barranco procede el trabajo publicado en 1990 por Mateo Bautista, María Isabel Nicolás y María Teresa García, reseñado en la bibliografía, a la página 155.

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